Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...

Los testimonios de los profetas de los últimos días sobre José Smith
George Albert Smith
“Sé que José Smith fue un Profeta del Señor. A pesar de
entregar su vida temporal a fin de que su testimonio fuera
innegable para los hijos de los hombres, estoy seguro de que
en la actualidad está exaltado en la presencia del Redentor,
regocijándose en el progreso que ha experimentado la obra del
Señor desde que el Evangelio de Jesucristo se restauró en la
tierra a través de su humilde mediación. Estoy agradecido por
este testimonio que arde en mi pecho de que ésta es la obra de
nuestro Padre” (en Conference Report, junio de 1919, pág. 42).
David O. McKay
“Les doy mi testimonio de que José Smith fue un Profeta de
Dios, y cuando digo esto, quiero decir que yo sé que Jesús
vive, que es nuestro Redentor y que ésta es Su Iglesia.
Nosotros no somos más que Sus representantes. Cuando
aceptamos eso, entonces la realidad de la existencia de Dios el
Padre, el Padre de nuestros espíritus, es fácil de aceptar” (en
Conference Report, septiembre–octubre de 1966, págs. 87–88).
Joseph Fielding Smith
“José Smith, el humilde joven granjero, recibió entrenamiento
e instrucción como posiblemente ningún otro profeta lo haya
recibido, mediante instructores enviados desde el trono y
presencia de nuestro Padre Eterno” (Doctrina de Salvación, 3
tomos, tomo I, págs. 192–193).
“Yo tengo un conocimiento perfecto en cuanto a la misión divina
del profeta José Smith. En mi mente no hay duda alguna de
que el Señor lo levantó y le dio revelación, mandamientos, y
que abrió los cielos para él y lo llamó para que se colocase a la
cabeza de esta gloriosa dispensación. En mi mente tengo el
pleno convencimiento de que en su juventud, cuando fue a
orar, él vio y estuvo ante la misma presencia de Dios el Padre
y de su hijo, Jesucristo; en mi mente no existe ninguna duda;
sé que esto es verdad. Sé que posteriormente recibió la visita
de Moroni, el Sacerdocio Aarónico por manos de Juan, y que
la Iglesia de Jesucristo de Santos de los Últimos Días fue
organizada el sexto día de abril de 1830 por mandato divino”
(Doctrina de Salvación, 3 tomos, tomo I, pág. 193).
Harold B. Lee
“Les doy solemne testimonio en cuanto a la misión divina del
Salvador, y la certeza de que Su mano guía los asuntos de Su
Iglesia hoy de la misma forma en que lo hizo en todas las
dispensaciones de los tiempos.
“Sé con un testimonio más potente que el de la vista, que tal
como el Señor declaró: ‘Las llaves del reino de Dios han sido
entregadas al hombre en la tierra [desde el profeta José Smith,
por medio de sus sucesores hasta el tiempo presente], y de allí
rodará el evangelio hasta los extremos de ella…’ [D. y C. 65:2].
“Doy este testimonio con todas las convicciones de mi alma”
(véase “Siga adelante el reino de Dios”, Liahona, enero de
1973, pág. 12).
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Spencer W. Kimball
“El Dios de todos estos mundos y el Hijo de Dios, el Redentor,
nuestro Salvador, visitaron en persona [al profeta José Smith].
Él vio al Dios Viviente y al Cristo Viviente. Pocos de entre los
hombres creados por Dios han presenciado semejante visión…
José pertenecía ahora a un grupo escogido: los probados y
dignos de confianza y fieles. Se encontraba en asociación con
las personas que Abraham describe como ‘nobles y grandes’,
que fueron ‘buenos’ y que se convertirían en gobernantes para
el Señor. (Abraham 3:22–23.)” (The Teachings of Spencer W.
Kimball, ed. Edward L. Kimball, 1982, pág. 430).
Ezra Taft Benson
“Testifico que, mediante el Libro de Mormón, Dios ha
proporcionado para nuestra época, evidencia tangible de que
Jesús es el Cristo y de que José Smith fue Su Profeta (véase
D. y C. 20:8–33). Este otro testamento de Jesucristo es un
relato sagrado de los antiguos habitantes de las Américas; fue
traducido por José Smith mediante el don y el poder de Dios
(véase D. y C. 135:3). Los que lean el Libro de Mormón y
mediten en él y pregunten a nuestro Padre Eterno, en el
nombre de Cristo, si es verdadero, sabrán por sí mismos que
lo es, por medio del poder del Espíritu Santo, siempre que
pidan con un corazón sincero, con verdadera intención,
teniendo fe en Cristo (véase Moroni 10:3–5)” (“Yo testifico”,
Liahona, enero de 1989, pág. 92).
Howard W. Hunter
“José Smith no sólo fue un gran hombre, sino que también fue
un siervo inspirado del Señor, un Profeta de Dios. Su grandeza
consiste en una cosa: la veracidad de su declaración de haber
visto al Padre y al Hijo y de haber respondido a la realidad de
esa revelación divina. Parte de la revelación divina fue la
instrucción que recibió de restablecer la Iglesia verdadera y
viviente, la que fue restaurada en nuestra época, tal como
existió en el día del ministerio terrenal del Salvador…
“Testifico que el joven profeta, que en muchos aspectos
continúa como el milagro central en… la experiencia de la
Iglesia, es prueba tangible de que, en las manos de Dios y bajo
la dirección del Salvador del mundo, las cosas débiles y
sencillas derribarán a las fuertes y poderosas” (véase “El día
seis de abril de 1830”, Liahona, julio de 1991, págs. 69–70).
Gordon B. Hinckley
“Siento una admiración y un amor tremendos por el profeta
José Smith. Mi corazón se conmueve por él, por las cosas que
padeció por esta causa. Él dio su vida en testimonio de su
veracidad. Desde su juventud hasta que murió, fue llevado de
un lado para otro, fue acosado, fue perseguido, fue buscado;
sin embargo, siguió adelante con valor, haciendo un converso
aquí, otro converso allí, organizando la Iglesia, estableciendo su
doctrina, edificándola para que pudiera permanecer a través de
los años que seguirían. Siento un gran amor por él. Le alabo, le
respeto, le admiro, le rindo honor” (en Heidi S. Swinton,
American Prophet: The Story of Joseph Smith, 1999, pág. 147).
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