Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...

Doctrina y Convenios 84
Sugerencias para la enseñanza
Doctrina y Convenios 83. Los esposos tienen la
responsabilidad de mantener a sus esposas e hijos.
Los miembros de la Iglesia deben ayudar a cuidar
de las viudas, de los huérfanos y de los pobres.
(20–25 minutos.)
Invite a los padres de unos pocos alumnos y a líderes del
sacerdocio a clase para participar en una discusión de mesa
redonda. Dígales con anticipación que va a enseñar Doctrina
y Convenios 83 y proporcióneles una lista de preguntas como
las que se dan a continuación.
Preguntas para los padres
• ¿Qué disfrutan más del hecho de ser padre (o madre)?
• ¿Cuál es uno de los más grandes desafíos de ser padre
(o madre).
• ¿Qué piensan al leer sobre la responsabilidad que se describe
en Doctrina y Convenios 83:4?
• ¿Qué es necesario para proporcionar ese “sostén” para una
familia?
• ¿Qué sugerencias tienen para la juventud de la Iglesia al
prepararse ellos para ser padres?
Preguntas para los líderes del sacerdocio
• ¿Cómo ayuda la Iglesia a cuidar de las viudas, los huérfanos
y los pobres?
• ¿Qué pueden hacer los jóvenes para prestar ayuda hoy día
en el “almacén del Señor” ?
• Aparte de la ayuda económica, ¿cómo puede la juventud
ayudar a las viudas y a los huérfanos?
• ¿Qué piensan al leer sobre la responsabilidad que se describe
en Doctrina y Convenios 83:5?
Lean Doctrina y Convenios 83 y pida a los padres y a los líderes
del sacerdocio que respondan a algunas de las preguntas.
Invite a los alumnos a hacerles cualquier pregunta que tengan
acerca de las responsabilidades de los padres y del sacerdocio.
Después de la discusión de mesa redonda, aliente a los alumnos
a escribir notas de agradecimiento a sus padres y a los líderes
del sacerdocio por la ayuda, el sostén y el amor que les brindan.
Introducción
Doctrina y Convenios 84
El élder Bruce R. McConkie explicó:
“Siempre y dondequiera que haya hombres que posean el
Sacerdocio de Melquisedec, está la Iglesia y el reino de Dios
sobre la tierra. A la inversa, cuando y donde no hay ese
sacerdocio, tampoco está la Iglesia verdadera ni el reino
terrestre del Señor y, como consecuencia, no hay forma de
preparar al hombre para que vaya a la Iglesia eterna de los
cielos” (The Millennial Messiah: The Second Coming of the Son
of Man, 1982, pág. 123).
El élder Mark E. Petersen, que fue miembro del Quórum de
los Doce, escribió:
“Adviértase que en la [sección 84] se nos dice que donde
no hay ordenanzas ni existe la verdadera autoridad, no se
manifiesta el poder de santidad. Las iglesias [de la época de
José Smith] carecían de las ordenanzas verdaderas y de la
verdadera autoridad y, por tanto, no poseían ese poder de
santidad. Ellos no podían manifestar algo que no poseían. Se
hace evidente entonces que ese poder tuvo que ser restaurado
en estos postreros días. Sin él, la Iglesia no podría existir”
(Abraham, Friend of God, 1979, págs. 96–97).
Algunos principios importantes
del Evangelio para tener en cuenta
• El sacerdocio mayor (el Sacerdocio de Melquisedec) posee
la llave del conocimiento de Dios, que incluye la autoridad
para efectuar ordenanzas que santifican a los hijos de Dios
y los preparan para entrar en Su presencia (véase D. y C.
84:6–25, 29; véase también D. y C. 107:18–19).
• El sacerdocio menor (el Sacerdocio Aarónico) es un
sacerdocio preparatorio que incluye las llaves del Evangelio
de arrepentimiento, de bautismo por inmersión para la
remisión de los pecados y la del ministerio de ángeles (véase
D. y C. 84:18, 26–32; véase también D. y C. 13:1; 107:20).
• Los hijos de Moisés y de Aarón son los que reciben el
Sacerdocio Aarónico y el Sacerdocio de Melquisedec
y magnifican sus llamamientos (véase D. y C. 84:31–34;
véase también D. y C. 13:1).
• Quienes reciben el Sacerdocio de Melquisedec hacen
convenio de magnificar sus llamamientos y recibir al Señor
y a Sus siervos. A su vez, Dios promete santificarlos y darles
todo lo que Él posee. A eso se le llama el “juramento y el
convenio” del sacerdocio (véase D. y C. 84:33–44).
• El Espíritu de Cristo ilumina a todos. Quienes reciben
su influencia son llevados al Padre y quienes la rechazan
permanecen en la oscuridad y el pecado (véase D. y C.
84:43–53; véase también 2 Nefi 32:2–3, 5; D. y C. 93:19–28).
• Los miembros de la Iglesia que tratan ligeramente las
revelaciones de Dios están bajo condenación. Cuando
vivimos los principios que se encuentran en el Libro de
Mormón y en las demás Escrituras, somos perdonados
(véase D. y C. 84:54–61).
• La Iglesia de Jesucristo se restauró para recoger a Israel
y establecer Sión (véase D. y C. 84:2–4), edificar templos
(véanse los vers. 3–5), proporcionar el sacerdocio y las
ordenanzas de salvación (véanse los vers. 6–42) y predicar
el Evangelio a todo el mundo (véanse los vers. 62–102).
• Los miembros de la Iglesia se necesitan los unos a los otros.
Los que sean fuertes en la fe deben ayudar a los débiles
para que progresen tanto espiritual como temporalmente
(véase D. y C. 84:106–112).
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