Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...

Doctrina y Convenios 98
No tener temor de los
enemigos (véase el vers.
14).
Estar dispuestos a dar la
vida para guardar los
convenios (véase el vers.
14).
A quienes den su vida por
la causa del Señor se les
promete la vida eterna
(véase el vers. 13).
Dios apartará Su ira de los
justos; el diablo no tendrá
poder sobre ellos (véase el
vers. 22).
• ¿Por qué la gente quebranta la ley de esa forma?
• ¿Qué piensa el Señor acerca del quebrantar las leyes del país?
Lean Doctrina y Convenios 98:4–10 y vean lo que el Señor
enseña acerca de las leyes del país. Pregunte: ¿Qué clase de
personas debemos apoyar como líderes gubernamentales?
Lean Doctrina y Convenios 58:21–23 y Artículos de Fe 1:12 y
determinen por qué esos versículos se relacionan con este tema.
Analicen la siguiente pregunta: ¿Por qué el Señor permite que
Sus hijos reciban pruebas? El presidente Spencer W. Kimball,
en ese entonces Presidente en Funciones del Quórum de los
Doce, dijo:
“¿Es que no podemos ver la sabiduría de Dios al darnos
pruebas a las cuales sobreponernos, responsabilidades que
podamos cumplir, trabajo que vigorice nuestros músculos
y penas que pongan a prueba nuestras almas? ¿No
se nos expone a las tentaciones para probar nuestra
fortaleza, a la enfermedad para probar nuestra paciencia,
y a la muerte para que podamos ser un día
inmortalizados y glorificados?…
“[Orson F. Whitney dijo:] ‘Ningún dolor padecido,
ninguna prueba experimentada carece de valor. Sirve
para que aprendamos algo… . edifica nuestro carácter,
nos purifica el corazón, nos magnifica el alma y nos
hace más sensibles y más caritativos, más dignos de ser
llamados hijos de Dios…
“Desde antes de nacer sabíamos que vendríamos
a la tierra para recibir un cuerpo y vivir experiencias,
y que íbamos a tener dichas y pesares, incomodidad y
comodidad, momentos placenteros y momentos difíciles,
salud y enfermedad, éxito y desilusiones, y también
sabíamos que un día moriríamos. Nosotros aceptamos
todas esas eventualidades con un corazón dispuesto
a hacer frente a lo favorable y a lo desfavorable. Con
entusiasmo, aceptamos la oportunidad de venir a la
tierra, aun cuando sólo fuese por un día o un año”
(véase La fe precede al milagro, págs. 96–98, 105–106).
Invite a los alumnos a escribir en una hoja de papel qué podrían
hacer para soportar mejor las pruebas que tengan que afrontar.
Doctrina y Convenios 98:4–10. Los Santos de los Últimos
Días deben apoyar las leyes que fomenten la libertad
y a los líderes gubernamentales que sean honrados
y buenos. (10–15 minutos.)
Anote en la pizarra modos en los cuales la gente quebranta la
ley con frecuencia (por ejemplo, manejando más rápido del
límite, hurtando mercadería a baja escala en los comercios,
haciendo trampas en los estudios, haciendo graffiti en la
propiedad pública, entrando a un espectáculo sin pagar la
entrada). Pregunte a los alumnos:
Doctrina y Convenios 98:16–18, 23–48. Los santos
deben renunciar a la guerra y proclamar la paz.
Sin embargo, bajo ciertas circunstancias, la guerra
está justificada. (25–30 minutos.)
S M T W TH F S
Diga a los alumnos: Imagínense que reciben una llamada del
gobierno para que se presenten para prestar servicio militar.
Saben que las guerras causan muerte, daños y destrucción
y que en el caso de desatarse una guerra o conflicto, serían
llamados al frente; y ustedes desean saber qué enseña la
Iglesia acerca de la guerra.
Invite a los alumnos a repasar Alma 46:12, 19–21; Doctrina
y Convenios 98:33–38. Después pregunte:
• ¿Bajo qué circunstancias el Señor aprueba que vayamos a la
guerra?
• ¿Hasta qué punto desea el Señor que evitemos la guerra?
Lean la siguiente declaración que emitió la Primera
Presidencia:
“La Iglesia está y debe estar en contra de la guerra. La
Iglesia como entidad no puede hacer la guerra, a no ser
que el Señor emita nuevos mandamientos. Ésta no puede
considerar la guerra como un medio justificado para
solucionar disputas internacionales; éstas deben y pueden
resolverse por medio de negociaciones y ajustes pacíficos,
si las naciones se ponen de acuerdo.
“Pero los miembros de la Iglesia son ciudadanos o están
sujetos a soberanías sobre las cuales la Iglesia no tiene
control. El Señor mismo nos ha dicho que apoyemos ‘la
que fuere la ley constitucional del país’ [véase D. y C.
98:4–7]…
“…Por lo tanto, cuando la ley constitucional, obediente
a esos principios, hace un llamado a los hombres de la
Iglesia para que se unan a las fuerzas armadas de
cualquiera que sea el país al que deben lealtad, el más
alto deber civil los obliga a cumplir con ese llamado. Si,
al hacer caso a ese llamado y obedecer a sus superiores
militares, quitan la vida a las personas contra quienes
luchan, eso no los convierte en asesinos, ni están sujetos
al castigo que Dios ha impuesto para quienes asesinan”
(en Conference Report, abril de 1942, pág. 94).
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