Doctrina y Convenios e Historia de la Iglesia - Seminaries ...

Doctrina y Convenios 27
El presidente Harold B. Lee, en ese entonces Consejero de la
Primera Presidencia, dijo:
“Cuando votan afirmativamente, hacen un convenio
solemne con el Señor de que sostendrán, es decir, le darán
al oficial por el cual hayan votado, su apoyo y lealtad sin
dudas ni reservas” (citado en “Preguntas y respuestas”,
Liahona, octubre de 1979, pág. 15).
Introducción
Doctrina y Convenios 27
El tomar el sacramento de la Santa Cena es un privilegio.
El presidente James E. Faust explicó:
“La renovación de nuestros convenios bautismales al participar
de la Santa Cena nos protege contra toda clase de mal. Al
participar dignamente del pan y del agua santificados, en
memoria del sacrificio del Salvador, testificamos ante Dios
el Padre que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el
nombre de Su Hijo, y a recordarle siempre, y a guardar Sus
mandamientos qué Él nos ha dado. Si hacemos eso, siempre
tendremos Su Espíritu con nosotros [véase D. y C. 29:77, 79].
Si participamos de la Santa Cena con regularidad y somos fieles
a esos convenios, la ley estará en nuestras entrañas y estará
escrita en nuestro corazón” (“Examíname, oh Dios, y conoce
mi corazón”, Liahona, julio de 1998, pág. 17).
Doctrina y Convenios 27 contiene importantes enseñanzas
acerca del sacramento de la Santa Cena.
Algunos principios importantes
del Evangelio para tener en cuenta
• Lo que comemos y bebemos al tomar la Santa Cena no es
tan importante como lo es el recordar el sacrificio expiatorio
del Salvador y el participar dignamente (véase D. y C. 27:1–4;
véase también 3 Nefi 18:6–11, 28–29; D. y C. 20:75–79).
• Como parte de la Segunda Venida, el Salvador aparecerá en
el valle de Adán-ondi-Ahmán y tomará la Santa Cena con
los justos (véase D. y C. 27:5–14; véase también Daniel
7:9–27; Mateo 26:26–29; D. y C. 107:53–57; 116).
• El Señor nos ofrece protección en contra de las tentaciones
y las maldades de Satanás (véase D. y C. 27:15–18; véase
también 1 Corintios 10:13; Efesios 6:10–18).
Otras fuentes de estudio
• La historia de la Iglesia en la dispensación del cumplimiento de
los tiempos: Religión 341–343, pág. 83.
• Doctrina y Convenios, Manual para el alumno: Religión 324–325,
págs. 52–53.
Sugerencias para la enseñanza
Doctrina y Convenios 27:1–4. Lo que comemos y
bebemos al tomar la Santa Cena no es tan importante
como lo es el recordar el sacrificio expiatorio del
Salvador y el participar dignamente. (15–20 minutos.)
Diga a los alumnos: Imagínense que este domingo, al tomar
la Santa Cena, en lugar de pan les dan otro tipo de comida.
• ¿Cuál sería su reacción?
• ¿La tomarían igual?
• ¿Cuándo sería apropiado utilizar otras cosas en lugar de
pan y agua? (Cuando no hubiera ni pan ni agua disponibles.)
El presidente Ezra Taft Benson, en ese entonces Presidente del
Quórum de los Doce, habló sobre la vez en que visitó Europa
devastada por la guerra. Dijo: “No puedo olvidar a los miembros
en Francia, los cuales, al no poder obtener pan, usaban cáscaras
de papa para el emblema de la Santa Cena” (“Preparaos para
los días de tribulación”, Liahona, febrero de 1981, pág. 66).
Lean Doctrina y Convenios 27:1–4 y busquen qué dijo el Señor
que era importante y que no lo era al tomar la Santa Cena.
Analicen las preguntas siguientes:
• ¿Qué enseñan esos versículos acerca del Padre Celestial?
• Al tomar la Santa Cena, ¿de qué forma podemos demostrar
gratitud al Padre Celestial?
• ¿Por qué es tan importante recordar al Salvador cuando
tomamos la Santa Cena? (véase el vers. 2).
• ¿Qué debemos recordar acerca del Salvador?
• ¿Por qué el meditar acerca del Salvador durante el
sacramento de la Santa Cena hace que esa ordenanza
adquiera más significado para ustedes?
• ¿Cuáles son algunas otras formas que han encontrado para
hacer que la Santa Cena sea más significativa?
Comparta la siguiente declaración del élder Dallin H. Oaks:
“Ruego a todos los miembros de la Iglesia, tanto jóvenes
como adultos, que asistan a la reunión sacramental cada
día de reposo y participen de la Santa Cena con una
actitud penitente descrita como ‘un corazón quebrantado
y un espíritu contrito’ (3 Nefi 9:20). Ruego que lo hagamos
con una actitud reverente y de adoración hacia nuestro
Salvador, lo que significará un serio convenio de
‘recordarle siempre’ (D. y C. 20:77). El Salvador mismo
ha dicho que debemos participar ‘…con la mira puesta
únicamente en mi gloria, recordando ante el Padre mi
cuerpo que fue sacrificado por vosotros, y mi sangre
que se derramó para la remisión de vuestros pecados’
(D. y C. 27:2).
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