Lecturas Segunda Septiembre 2012 - Insumisos
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(o al menos intentarlo) la mugre de los corruptos negociados del vicepresidente y sus amigos. La “soberanía<br />
monetaria” solo fue discurso.<br />
Por otra parte, la intervención del Gobierno en la economía, fijando precios y subsidios por ramas y sectores,<br />
u otorgando y quitando concesiones, no impidió que terminaran imponiéndose las leyes del mercado y la<br />
lógica de la ganancia. Si una empresa multinacional invierte en la producción de glisofato, y otra no invierte<br />
en generación eléctrica, no es que la primera sea “patriota”, o ame a la naturaleza, y la segunda<br />
“parasitaria” y “enemiga del modelo nacional”; simplemente se trata de diferentes perspectivas de<br />
ganancia. Por eso, el economista “progre-izquierdista”, puesto a alto funcionario de Economics, rezongará y<br />
gesticulará, y pronunciará bonitos discursos, pero no logrará cambiar el curso profundo de las cosas. En<br />
términos teóricos: entre Keynes y Marx no hay síntesis posible (2). Por eso, tampoco existe un tercer camino<br />
para el desarrollo de las fuerzas productivas entre el capitalismo y el programa de la revolución socialista.<br />
Algunas estatizaciones parciales, algunos controles de precios, apenas arañan la epidermis. A lo sumo,<br />
logran irritar a algunos capitales; al tiempo que desde el Estado a otros se les brindan oportunidades de<br />
enriquecerse sin límites. En última instancia, cuando las perspectivas de ganancias no son seguras, no<br />
invierten (la llamada "huelga de inversiones" es un factor de presión permanente del capital). Una<br />
intervención social profunda solo puede ser instrumentada por la clase social productora, sostén último de<br />
esta sociedad. Pero estamos muy lejos de eso (¿o alguien apuesta al poder transformador de los Zanola y los<br />
Pedrazza?).<br />
“Tierra arrasada” y la “productividad sistémica”<br />
El crecimiento de las últimas décadas ha tenido profundas debilidades estructurales, que pueden tener<br />
consecuencias perniciosas en el largo plazo. De acuerdo a la Secretaría de Ambiente y Desarrollo<br />
Sustentable, más del 22% del suelo sufre erosión eólica o hídrica. El dato es de 2000, y no está actualizado,<br />
pero todo indica que la erosión continuó en la última década. La misma fuente estima que los procesos de<br />
degradación aumentan significativamente en los últimos años por la agriculturización y el desmonte con uso<br />
no adecuado de algunas tierras, "privilegiando los resultados productivos y económicos del corto plazo,<br />
sacrificando la sostenibilidad de los sistemas productivos". Según el INTA, en el cultivo de soja solo se<br />
reponen el 31% de los nutrientes que se extraen del suelo. El crecimiento basado en “tierra arrasada” no es<br />
sustentable en el largo plazo. Algo similar estaría ocurriendo con la gran minería a cielo abierto, de acuerdo<br />
a denuncias de organizaciones ambientalistas.<br />
Pero además, el desarrollo desigual y desarticulado ha dado lugar a problemas que derivan de la carencia,<br />
de la escasez. La “crisis” energética no es de sobreproducción (no hay crisis porque se produjo demasiada<br />
energía), sino de subproducción. Algo parecido puede decirse de las falencias del transporte por ferrocarril, o<br />
aéreo. Este crecimiento desarticulado también explica la caída de lo que se ha llamado “productividad<br />
sistémica” (Kulfas y Hecker). Esto es, la productividad que está relacionada con la infraestructura en energía,<br />
comunicaciones y transporte. Destaquemos que la productividad no es un fenómeno exclusivamente “micro”,<br />
individual de las empresas. Por ejemplo, los sobrecostos en el transporte, o por falta de logística; o por<br />
interrupciones en el servicio eléctrico, pueden ser factores negativos importantes. Por eso, en la medida en<br />
que la inversión se sigue estancando en estos sectores, aparecen restricciones crecientes para el desarrollo y<br />
cuellos de botella, que pesan más y más en la economía. Por ejemplo, la postración del ferrocarril lleva a la<br />
sobreutilización de las carreteras y del transporte automotor, con consecuencias negativas en materia de<br />
accidentes viales, retrasos, deterioro medio ambiental y mayores costos logísticos. En energía, la caída de la<br />
producción no solo genera cortes en el suministro, sino también problemas crecientes en la balanza<br />
comercial. Además, a medida que no repunta la inversión, empeora más la productividad, y aumenta la<br />
carga fiscal. Cada vez más subsidios se destinan a sostener los sectores estancados, sin que por ello se<br />
solucionen los problemas de fondo. Y si se liberan los precios de estos insumos, caerá el salario real y se<br />
agudizarán las presiones inflacionarias. Es el producto natural de la falta de integración entre sectores, del<br />
crecimiento desarticulado.<br />
Mercado mundial y desarrollo