Lecturas Segunda Septiembre 2012 - Insumisos
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Santos tiene en sus manos pasar a la historia como el mandatario que tuvo la inteligencia y la firmeza para<br />
pasar la página del conflicto armado en Colombia. Necesita entereza, sufrirá muchas presiones desde dentro<br />
y fuera del país. Personalmente dudo de su capacidad para enfrentar adecuadamente este asunto. Por su<br />
parte, tanto las FARC como el ELN, deberán valorar adecuadamente si tiene sentido su estrategia militar en<br />
la América Latina de hoy, y demostrarle al conjunto de la sociedad colombiana que no quedaron presas de<br />
las redes internacionales del narco.<br />
Después de los gobiernos de derechas, ¿se está más cerca ahora de la paz? ¿Está Colombia preparada para<br />
la paz? ¿Se da la apertura de diálogo en un contexto adecuado?<br />
Cualquier momento es bueno para hablar de paz. Esta ha sido una demanda histórica de la sociedad<br />
colombiana. No se ha llegado acá por la buena gestión de gobierno alguno, sino por el hartazgo existente en<br />
la sociedad colombiana. Ha corrido demasiada sangre ya en Colombia, esta es la parte que ni Uribe, ni los<br />
halcones del Pentágono, ni las redes del narcotráfico entienden.<br />
El papel de Panamá en las negociaciones de paz<br />
http://www.marcoagandasegui12.blogspot.mx/<br />
Las recientes declaraciones del presidente Juan M. Santos y el dirigente máximo de las FARC, Rodrigo<br />
Londoño, anunciando el inicio de negociaciones de paz, presagian un nuevo escenario para Colombia. Fueron<br />
pocos los sorprendidos en ese país por la noticia. No es la primera vez que ambas partes se sientan para<br />
iniciar conversaciones de paz. Desde la década de 1950, cuando el pueblo colombiano – representado por el<br />
Ejército Popular de las FARC - se alzó en armas contra la clase terrateniente de ese país, ha habido muchas<br />
conversaciones de paz.<br />
No podemos opinar sobre la forma en que Washington reaccionó ante la noticia. Las agencias de inteligencia<br />
norteamericanas, el gobierno y sus voceros mediáticos han caído en el silencio más absoluto. Las cadenas de<br />
televisión han reproducido la noticia sin comentarios, como si se tratara de un alza del precio del café o<br />
inundaciones en Santa Marta.<br />
EEUU ha invertido en los últimos diez años más de 50 mil millones de dólares sólo en ventas de armas a<br />
Colombia. Bogotá es una pieza clave en la geopolítica hemisférica de Washington. Si Colombia tomara un<br />
camino más moderado – parecido a Brasil o Uruguay – en su política exterior, le daría un golpe certero a los<br />
objetivos hegemónicos de EEUU en la región.<br />
En Panamá el gobierno también ha asumido una posición de silencio total. En forma sistemática, desde hace<br />
aproximadamente 10 años la creciente militarización del país se ha sustentado sobre la base del supuesto<br />
peligro que representa la guerrilla colombiana para Panamá. EEUU insiste en sus programas mediáticos<br />
cotidianos en asociar las FARC con ataques potenciales de estas fuerzas contra el Canal de Panamá. El<br />
Comando Sur realiza operaciones militares sobre las costas panameñas supuestamente resguardando su<br />
integridad ante el peligro de lo que llama la “narco-guerrilla terrorista”.<br />
Ahora la “peligrosa” guerrilla colombiana se sentará a negociar con el gobierno de ese país. ¿Qué pasó?<br />
Obviamente, la primera conclusión que debe sacarse del anuncio es que las FARC no son una amenaza a la<br />
seguridad de Panamá. En segundo lugar, el Canal de Panamá nunca ha estado amenazado por fuerzas<br />
insurgentes colombianas. En tercer lugar, Panamá tiene que recuperar su soberanía y desarrollar una política<br />
exterior soberana e independiente, sin someterse a los intereses mercantiles y militaristas de EEUU.<br />
¿Puede seguir el gobierno panameño – mientras que Bogotá y la guerrilla negocian la paz – comprándole<br />
armas a EEUU para supuestamente defender la frontera con Colombia? ¿Puede seguir enviando jóvenes a<br />
EEUU para entrenarlos en el arte de la guerra (para que regresen a un país que constitucionalmente no tiene<br />
ejército)? ¿Seguirá el gobierno panameño aislando y persiguiendo comunidades campesinas acusadas de ser<br />
“colaboradores” de la guerrilla colombiana mientras ésta negocia la paz con el presidente Santos?<br />
Sin duda, las negociaciones son el resultado de un cambio significativo en la correlación de fuerzas entre los<br />
dos bandos en guerra. Bogotá no puede seguir financiando una guerra sin fin contra un pueblo decidido a<br />
enfrentarlo. Igualmente, las FARC no pueden continuar sin tregua una guerra que agota sus reservas. En esta<br />
nueva situación le corresponde a Panamá asumir un rol mediador que contribuya a la paz. No es una tarea