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Lecturas Segunda Septiembre 2012 - Insumisos

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Ministerio de Seguridad, este cronista tuvo la peregrina idea de sugerirle a un veterano editor de temas<br />

criminales que era hora de crear una sección periodística que tuviera por nombre “Seguridad Democrática”.<br />

La respuesta, lacónica, fue: “Eso es como hacer una sección de Policiales sin sangre.” Ahora, quien escribe<br />

estas líneas, lejos de arrepentirse de su poco atractiva idea, vuelve a la carga, pero doblando la apuesta. Es<br />

hora de crear un canal de televisión que se meta en el complejo mundo de lo que, al menos hasta ahora, es<br />

tratado como crónica policial. Ante todo, la idea maduró después de hacerle una entrevista radial a Liliana<br />

Hendel, una periodista involucrada en temas de mujer (o de género como se dice ahora). Ella decía, con<br />

autoridad y énfasis, que ni la violencia familiar ni los femicidios (una palabra que no reconoce el corrector de<br />

word y que corrige como “feticidios”) pueden ser tratados con la lupa de las noticias policiales. Pero, la<br />

verdad, es que la compleja trama que liga a miembros de las fuerzas de seguridad y el delito organizado<br />

tampoco puede ser tratada por los cronistas de Policiales. Por algo casi axiomático: si los periodistas que<br />

obtienen buenas fuentes entre jefes de investigaciones empiezan a hurgar en las conductas mafiosas<br />

terminan sin tener fuentes de información. Y lo que es peor: los dueños de los medios no quieren perder ni el<br />

rating ni –en general– la cordial relación con jefes policiales de muy dudosa transparencia. Hay muy<br />

honrosas excepciones a estas conductas funcionales entre cronistas y fuentes policiales, pero mejor no hacer<br />

nombres para evitarles más inconvenientes. Un caso interesante, que sí puede nombrarse, es el de Mauro<br />

Viale en América 24, porque hace un programa en crudo, con debates al aire, que van sin anestesia. Eso sí,<br />

con algunos columnistas casi fijos cuyos antecedentes son altamente explosivos (literalmente). Al menos, se<br />

ventila algo ese ambiente tan raro.Por poner un ejemplo de la consagrada –y poco creíble– escenografía<br />

policial típica de los medios que debería desterrarse de ese utópico canal de noticias de seguridad<br />

democrática: el ministro de Seguridad bonaerense, al lado de jefes policiales con paquetitos de algo que<br />

parece ser cocaína, armas, billetes de 100 pesos y teléfonos celulares. Mientras las cámaras muestran esos<br />

objetos, no es preciso leer el videograph, ya que el televidente sabe que “desbarataron una peligrosa red de<br />

narcotraficantes”. Dicho sea de paso, un nuevo juez federal de un distrito donde hay muchos procedimientos<br />

de incautación de drogas acaba de ver un dato curioso: no hay causas sobre esos delitos en lugares donde –<br />

se supone– circula mucha droga.Pero, ¿para qué serviría entonces un canal de noticias de Seguridad<br />

Democrática y afines? Para hacer algo serio y didáctico que pretenda abrir un surco distinto al de las noticias<br />

policiales, que nunca van a desaparecer como tampoco van a desaparecer los relatos sobre las violencias<br />

humanas que rompen con las normas establecidas. Por empezar, este canal debería funcionar como una<br />

agencia de noticias on line. Es decir, como algo que pueda tomarse por Internet por los medios, pero también<br />

que sirva para las escuelas policiales, los juzgados y fiscalías, las organizaciones populares o foros vecinales.<br />

Debería estar bajo la estricta tutela de las autoridades civiles (es un eufemismo, todos somos civiles, pero<br />

queda la dicotomía de civil/militar como herencia de las dictaduras). Podría promover, por ejemplo, que<br />

muchas investigaciones o pericias de fuerzas de seguridad o de juzgados sean realizadas por los brillantes<br />

discípulos del Equipo Argentino de Antropología Forense, que logró y logra resultados impresionantes en<br />

recuperar la identidad y los restos de los detenidos desaparecidos. Ese canal podría poner en conocimiento –<br />

y en debate– cómo se forman y educan los funcionarios policiales. Podría tratar casos donde el mundo del<br />

hampa no surge desde las villas sino que entra a las villas desde algunas comisarías o redes de trata. En fin,<br />

podría preguntar a otras fuerzas de seguridad –algunos muy duros, como los Mozos de Escuadra, nueva<br />

policía de Barcelona– por qué ponen cámaras de seguridad para grabar los interrogatorios de los detenidos y<br />

no sólo en las calles y plazas. O, acaso, ¿una comisaría no es un espacio público?<br />

Es probable que este canal no tenga rating y que algún encargado de prensa de ministerios de Seguridad<br />

piense que sin ketchup no hay noticias relativas al crimen. Es más, no faltará el que siga con el estereotipo de<br />

que los temas de seguridad deben ser prescriptivos de los conservadores y derechistas. Y alguno dirá que<br />

esta idea encierra el canal de la revancha y está pensado para mostrar que detrás de cada prefecto o policía<br />

hay un corrupto en potencia. Nada de eso. Por caso, la primera nota que este cronista haría –si algún día se<br />

hace ese canal y le dan la posibilidad de colaborar– sería ir con un asistente social a la cola de una cárcel<br />

común. Guardando la identidad, le gustaría mostrar cómo y quiénes visitan a los detenidos, quiénes son sus<br />

familiares, qué les piden los presos, de qué viven los que están encerrados y los que están afuera. Ese es un<br />

mundo demasiado crudo, casi por completo de gente pobre, fácilmente presa de pequeños negocios<br />

mafiosos, estigmatizado como pocos y del cual salen muchas ramificaciones al mundo del tráfico de drogas o<br />

el robo, pero también de personas esforzadas que hacen lo imposible por mantener la dignidad y la

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