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Lecturas Segunda Septiembre 2012 - Insumisos

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No obstante, insisto, la estructura de fondo del sistema impositivo no ha sido modificada. Desde luego, hubo<br />

que apelar a una serie de medidas fiscales que hicieran posible por lo menos en parte un incremento como el<br />

mencionado. Es lo que ha ocurrido, ante todo, con la incorporación de los derechos de exportación<br />

(retenciones) y del impuesto sobre débitos y créditos bancarios que, sumados, representan un 4% del PIB.<br />

Después, se incrementó la participación del impuesto a las ganancias al ampliarse su base en virtud de la<br />

suba de los ingresos y de la inflación; y se eliminó el régimen de capitalización individual para el sistema de<br />

seguridad social.<br />

Pero cito a Rossignolo: “La evolución de los ingresos tributarios no sólo ha estado sustentada en la favorable<br />

evolución de los gravámenes tradicionales (ganancias, IVA y otros) sino también en los recursos generados<br />

por una serie de gravámenes cuya permanencia en el largo plazo resulta difícil justificar, y que<br />

necesariamente requerirán ser reemplazados por otros tributos que respondan a los objetivos indicados de<br />

transparencia, equidad y simplicidad”. O sea que no ha habido hasta ahora una modificación orgánica del<br />

régimen fiscal que genera desigualdad. Por eso agrega el mismo autor: “Será necesario que se vaya<br />

abandonando poco a poco el uso de gravámenes transitorios y que la recaudación fiscal se sostenga sobre<br />

instrumentos de mejor calidad y recurrencia a lo largo del tiempo”.<br />

Más todavía cuando los ajustes practicados no han sido óbice para que: (a) el 20% más pobre de la población<br />

continúe soportando una presión tributaria mayor que la que recae sobre el 10% más rico, y (b) las cargas<br />

sobre el consumo interno superen en más de un 50% a los impuestos sobre las rentas (incluidas las<br />

retenciones). En síntesis: se torna “visible”, espero, que promover una mayor igualdad que sea sustentable<br />

en el tiempo exige poner en práctica cuanto antes una profunda reforma impositiva.<br />

5 No es fácil hacerlo, sobre todo si se le pretende dar a esta reforma el carácter orgánico que requiere. Su<br />

sola mención pone de inmediato en estado de alerta a los sectores que serían afectados y no suscita<br />

necesariamente el apoyo de quienes resultarían favorecidos. Me explico.<br />

Parodiando una conocida propaganda, aquí y en todas partes la elite económica está siempre “custodiada<br />

por expertos”. Y una de las principales tareas de estos custodios es anticiparse e impedir cambios normativos<br />

que la perjudiquen o, si no pueden evitarlos, movilizarse para quitarles filo. (Baste como ejemplo el<br />

escándalo que acaba de producirse en la provincia de Buenos Aires debido al revalúo de los inmuebles<br />

agrarios y al aumento del Impuesto Inmobiliario Rural. Esa actualización, por demás módica, es la primera<br />

que se hace en quince años; y en cuanto al gravamen mismo, no afecta para nada a casi dos tercios de los<br />

predios rurales y, en los hechos, sólo una tercera parte de aquel revalúo incide sobre la base imponible. No<br />

obstante, se desencadenó una agitación mayúscula y la protesta continúa).<br />

A la vez, el respaldo popular a las reformas nunca es inmediato debido a todas las instancias que deben<br />

sortear antes de plasmarse en beneficios sociales concretos. Para retornar a lo ya dicho, son<br />

reinterpretaciones de la realidad que tardan en “verse” porque, en el mejor de los casos, el procesamiento e<br />

implementación de las medidas integrales a las que me refiero demanda un par de años.<br />

Este último es uno de los motivos por los cuales tanto los gobernantes como buena parte de los políticos<br />

absorbidos por el día a día suelen hablar de la reforma fiscal pero no se empeñan en llevarla adelante: saben<br />

que los obstáculos son muy grandes y no tienen ninguna certeza de que serán ellos quienes cosechen los<br />

frutos del esfuerzo. Además de que, como viene de sostener convincentemente Colin Crouch, en el<br />

capitalismo contemporáneo las grandes corporaciones no son parte del mercado sino del sistema político (4).<br />

De ahí que una de las tareas urgentes e imprescindibles a cumplir sea el esclarecimiento de la opinión<br />

pública. Hay que sacar a la luz, para que se “vean”, los aspectos regresivos de nuestra actual estructura<br />

fiscal. Alcanza con descorrer el velo para advertir que ni sus causas ni sus efectos son tan inaccesibles para el<br />

ciudadano medio como se imagina. Sólo de este modo, genuinamente democrático, podrán crearse las<br />

condiciones para que la reforma tributaria se vuelva un reclamo popular difícil de desoír.<br />

1. En las últimas dos décadas, las 200 empresas de mayor facturación en el país aumentaron en un 40% su<br />

participación en el valor bruto de la producción nacional; 117 de ellas son grandes firmas extranjeras que<br />

dan cuenta del 60% de las ventas de ese segmento. Véase Daniel Azpiazu, Pablo Manzanelli y Martín Schorr,<br />

Concentración y extranjerización. La Argentina en la posconvertibilidad, Capital Intelectual, Buenos Aires,<br />

2011.

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