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Lecturas Segunda Septiembre 2012 - Insumisos

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la finalización de la producción y comercio ilegalizados, un absurdo que debería, al menos teóricamente,<br />

llamar a muchas reflexiones en el gobierno de Washington.<br />

En este orden de ideas, el más bajo en la escala del negocio ilegal como traficante, la mula, el mensajero o en<br />

inglés bag men (quien transporta alijos de sustancias ilegalizadas de aeropuerto a aeropuerto), es el<br />

desposeído que no puede servir de informante pues no conoce a nadie que valga la pena delatar, siendo su<br />

captura y prisión expuestas mediáticamente como ‘ejemplarizantes’. Así mismo se debe advertir como todas<br />

las piezas de la persecución confluyen a ser organizadas de esta manera, puesto que en casi todas partes del<br />

mundo occidental en sus policías se incluyen a agentes de la DEA en actuaciones represivas, teniendo<br />

preponderancia frente a los cuerpos de seguridad locales. Prerrogativas irrenunciables de quien pone el<br />

dinero.<br />

Pero no todo el panorama es de felicidad para agentes, espías, delatores e informantes, sino recordemos el<br />

caso de Manuel Antonio Noriega, quien poseía inexplicablemente tres calidades de agente (CIA, DEA y NSA) y<br />

terminó encarcelado como el peor reo, por el supremo crimen de traicionar a sus mentores. El costo lo<br />

pagaron en diciembre de 1989 miles de habitantes del Barrio el Chorrillo y otros lugares de Ciudad de<br />

Panamá bombardeados y tiroteados, junto con la dignidad de la nación panameña.<br />

Noriega deja en evidencia como el asunto del tener que actuar como delincuentes para saber de su actividad<br />

implica una convivencia y una inmersión dentro de las actividades pretendidamente perseguidas, dejando<br />

paso sencillamente a una cooperación de propósitos manipulables en favor del actor más poderoso. Siempre<br />

dejando lucro económico, como mínimo para los actores inmediatos a la conducta perseguida. La corrupción<br />

resultante es evidente a todos los niveles alimentando las posibilidades de extorsión por parte de quienes<br />

poseen el poder y el panorama completo de las relaciones políticas.<br />

Aspecto reflejante de esto de manera específica es la existencia de las denominadas ‘entregas vigiladas’ y<br />

‘entregas controladas’ de cargamentos prohibidos. Las primeras significan el seguimiento de las conductas<br />

de traficantes en el transporte del contrabando, por todo su recorrido hasta llegar a su destino final donde<br />

supuestamente deben ser aprendidos aquellos; las segundas involucran actuaciones de agentes del<br />

respectivo cuerpo persecutor obrando plenamente como traficantes para, hipotéticamente al menos, hacer<br />

incurrir en el delito a otros participantes en la cadena criminal. La primera forma hace parte de las opciones<br />

permitidas en la Convención de Viena sobre psicoactivos de 1988 (Convención de las Naciones Unidas Contra<br />

el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas, de por sí prolongación de la política de EE.UU.<br />

al respecto), mientras la segunda procede directamente de imposiciones de agencias imperiales a países<br />

periféricos. Esta última es la acción fundamental facilitante los operaciones clandestinas de gobiernos y<br />

entes de espionaje en América Latina, como en el escándalo Irán-Contras mencionado.<br />

Se alega al respecto que la DEA posee suficientes mecanismos de control a fin de evitar incurrir en conductas<br />

criminales y que su organización es incorruptible. No obstante, existen glamorosos casos de corrupción<br />

dentro de cargos importantes de la agencia como el del agente de alto nivel Edward K. O’Brien[12],<br />

arrestado por sus propios pares en posesión para la distribución de una buena cantidad de sustancia ilícita<br />

en los propios Estado Unidos en 1988. Así mismo hallamos el caso denunciado de corrupción generalizada<br />

dentro de la propia DEA y lazos con despiadadas bandas armadas derechistas en la sede en Bogotá en<br />

2004[13], hasta la fecha sin consecuencias notables. Y en caso de otras instituciones del gobierno de<br />

Washington, resalta la condena por encubrimiento de tráfico ilegal respecto de su cónyuge y la utilización de<br />

la valija diplomática para tales efectos, del agregado militar de la embajada de EE.UU. en Colombia coronel<br />

James Hiett en el año 2000[14], una causa judicial ostentosamente bochornosa.<br />

Retomando el aspecto de la necesidad de una agencia contra el contrabando de sustancias ilegalizadas, es<br />

indispensable para tal efecto que la DEA no se enfrente a meros traficantes aislados e insignificantes,<br />

incapaces de oponérsele con éxito. Una delincuencia de magnitud debe ser la justificadora del abultado<br />

gasto y el enmarañado sigilo. ¿Y cuál es oponente de parte del delito enfrentado a la organización represiva

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