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Feminismos-negros-1

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<strong>Feminismos</strong> <strong>negros</strong><br />

por mujeres. Las representaciones normativas del matrimonio, como meta<br />

que defi ne las vidas de las mujeres, contradecían descaradamente la realidad<br />

social negra durante el medio siglo que siguió a la emancipación. Una mujer<br />

negra, pobre, de la época, que fuera abandonada o rechazada por un amante<br />

masculino, no estaba sufriendo meros problemas privados, sino que estaba<br />

atrapada, además, en una compleja red de circunstancias históricas. Aunque<br />

una relación avanzara sin problemas, un hombre negro recién emancipado<br />

estaba obligado a encontrar un trabajo, e incluso si encontraba un trabajo cerca<br />

del vecindario donde él y su compañera se hubieran establecido, podía<br />

tentarle la posibilidad de cambiar de lugar. En busca de trabajo (y también<br />

de las garantías siempre escurridizas de seguridad y felicidad), los hombres<br />

saltaban a trenes de mercancías y deambulaban de pueblo en pueblo, de Estado<br />

en Estado, de región en región. Había razones económicas imperativas<br />

por las que emprender viajes lejos de casa, aun cuando no hubiera trabajos<br />

que encontrar y el empleo disponible era agotador y estuviera mal retribuido;<br />

el propio hecho de poder viajar debió generar un enorme sentimiento de<br />

euforia y libertad en individuos cuyos antecesores habían sido encadenados<br />

durante siglos a lugares geográfi cos dictados por los amos. 54 Este impulso<br />

de viajar invadiría a un gran número de hombres <strong>negros</strong>, como una pulsión<br />

de origen socio-histórico, y sería interpretado más tarde en forma de canción<br />

en el Hellhound on My Trail [Los perros del infi erno me siguen la pista]<br />

de Robert Johnson: 55<br />

I got to keep moving, I got to keep moving<br />

Blues falling down like hail, blues falling down like hail<br />

54 Véase el tercer capítulo [del volumen original] para un debate más exhaustivo del papel de<br />

los viajes en la experiencia masculina en la post-esclavitud y, consecuentemente, en la forma que<br />

tomó el blues. Según Houston Baker, «los afroamericanos ―en lo más bajo de la escala social vernácula<br />

de EEUU― respondieron al ferrocarril como un “símbolo signifi cativo que ofrecía tanto<br />

cierto progreso económico como una posibilidad de expresión estética” [James Alan McPherson,<br />

Railroad: Trains and Train People in American Culture, Nueva York, Random House, 1976, p. 9].<br />

Esta posibilidad vino del empuje y el dinamismo de la locomotora, su promesa de movilidad<br />

desmedida y libertad ilimitada. El músico de blues en el cruce [...] se convirtió en un experto<br />

en reproducir o traducir estas energías locomotrices». Baker, Blues, Ideology, and Afro-American<br />

Literature, op. cit., p. 11.<br />

55 Robert Johnson, Hellhound on My Trail. Reeditado en Robert Johnson, The Complete Recordings,<br />

Columbia compact discs C2K 46222, CK 46234, 1990. [Tengo que seguir moviéndome, tengo que<br />

seguir moviéndome / El blues está cayendo como granizo, el blues está cayendo como granizo<br />

/ No puedo conservar ningún dinero, los perros del infi erno me siguen la pista / Los perros del<br />

infi erno me siguen la pista, los perros del infi erno me siguen la pista]<br />

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