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<strong>Feminismos</strong> <strong>negros</strong><br />
Algunos de los diarios y semanales más importantes se han lanzado a declarar<br />
que la ley de linchamiento debe desaparecer. El presidente de Estados<br />
Unidos ha proclamado que no se tolerará en los territorios que entran dentro<br />
de su jurisdicción. El gobernador Northern y el presidente del Tribunal Beckley<br />
de Georgia se han declarado en contra. Los ciudadanos de Chatt anooga<br />
(Tennessee) han constituido un valeroso ejemplo ya que, no sólo condenan la<br />
ley de linchamiento, sino que sus autoridades han solicitado un juicio para<br />
Weems, un acusado de violación, y lo han protegido hasta el juicio. La vista<br />
tan sólo duró diez minutos y Weems escogió declararse culpable y aceptar<br />
una condena de veintiún años, en vez de lanzarse a la muerte segura que le<br />
esperaba fuera del cordón de policía si hubiera dicho la verdad y mostrado las<br />
cartas que tenía de la mujer blanca implicada en el caso.<br />
El coronel A.S. Colyar de Nashville (Tennessee) está tan sobrecogido por<br />
el horrible estado de la situación que ha dirigido la siguiente carta al American<br />
de Nashville:<br />
Desde que soy un hombre leído, nada me ha impresionado tanto sobre la decadencia<br />
de la humanidad entre la gente de Tennessee como la ruin sumisión al reino de<br />
los linchadores. Hemos alcanzado un nivel de bajeza sin precedentes; la horrible y<br />
criminal depravación de sustituir el tribunal y el jurado por una turba de linchadores,<br />
de darles las llaves de la cárcel en cuanto las piden. Lo hacemos en grandes<br />
ciudades y en pueblos del condado, lo hacemos a plena luz del día; lo hacemos tras<br />
avisar abiertamente, por no decir de manera ofi cial, y se acepta de forma tan extendida<br />
y general que los asesinos han descartado el uso de máscaras. Van a la ciudad,<br />
donde todo el mundo los conoce, a veces bajo la mirada atenta del gobernador, en<br />
presencia de los tribunales, en presencia del sheriff y de sus ayudantes, en presencia<br />
de todas las fuerzas policiales, sacan al prisionero, le quitan la vida, a menudo con<br />
diabólico regocij o, y frecuentemente con actos de crueldad y barbarie que impresionan<br />
al lector por una degeneración que los acerca rápidamente al salvajismo.<br />
Decir que el Estado ha perdido el honor tan sólo expresa débilmente la humillación<br />
que ha caído sobre la gente de Tennessee, anteriormente orgullosa. El Estado, en su<br />
grandeza, mediante la organización de la vida que procura, por la que la gente paga<br />
abundantemente, redacta únicamente un registro, una nota que no es sino una falsedad<br />
criminal, diciendo que «ha sido ahorcado por personas desconocidas para el<br />
jurado». El asesinato en Shelbyville tan sólo es una verifi cación de lo que cualquier<br />
hombre inteligente sabía que iba a ocurrir, porque para la turba de linchadores, un<br />
rumor es tan bueno como una prueba.<br />
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