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Feminismos-negros-1

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Prólogo 21<br />

La comunicación, pese a ello, no fue siempre fácil. O por ser más precisa, fue<br />

aparentemente fácil. Existía. Pero solo en el nivel del discurso de quien está<br />

acostumbrado a ocultar su alma, de quien se muestra en el espejo que le revela<br />

el otro mundo. Du Bois mostraba ya a comienzos del siglo pasado esta dualidad<br />

en el alma del negro americano, una dualidad que se extiende a grupos y<br />

comunidades subyugados.<br />

El negro es una especie de séptimo hij o, nacido con un velo, y dotado de una segunda<br />

visión en este mundo [americano], que no le proporciona conciencia personal<br />

verdadera, sino que sólo le permite verse a sí mismo a través de lo que le revela<br />

el otro mundo. Es una sensación peculiar, esta doble conciencia, esta sensación de<br />

mirarse siempre a través de los ojos de los otros, de mensurar el alma con la mirada<br />

de un mundo que le mira con desdén jocoso y pena. 8<br />

En el Maresme me resultaba todavía más difícil traspasar el velo de las mujeres<br />

que el velo de los hombres. Y esto me distanciaba de mis colegas que, desde<br />

un enfoque de género, se acercaban a la migración femenina, y de las propias<br />

africanas, que veían a través de mí más lo que nos distanciaba que lo que<br />

nos aproximaba. Muchas de ellas me veían en cierto sentido masculinizada,<br />

en tanto más próxima en el discurso, en las reivindicaciones, a los hombres<br />

que a ellas. ¿Desde dónde me aproximaba a ellas? ¿Desde donde caminaba<br />

con ellas? ¿Cómo y en qué podía estar cercana a ellas? ¿En qué aspectos? ¿En<br />

aquellos que nos fi jaban identitariamente, como mujeres? Ahí sentían que era<br />

difícil que yo comprendiera, que las entendiera, que realmente pudiera colocarme<br />

en su piel. Por eso tendían al silencio. No querían mostrarse porque<br />

presumían que las miraría desde la distancia, desde una posición que seguramente<br />

las minorizaría. No solo a mis ojos, sino al de toda la sociedad.<br />

Ellas intuían que la manera en la que yo me construía como mujer, a ellas<br />

las excluía. O que, si bien no las excluía, cuanto menos las minorizaba, las<br />

estigmatizaba, las etnifi caba. Ocurría siempre que intentaba poner sobre la<br />

mesa cuestiones como la poligamia, el matrimonio concertado o la escisión.<br />

Ninguna quería hablar y, cuando lo hacían, era para señalar que nada de lo<br />

que pasaba era tan distinto a lo que ocurría aquí. De la poligamia apenas<br />

hablaban, sobre la escisión no se pronunciaban y los matrimonios se organizaban<br />

«como aquí».<br />

8 W. E. Du Bois, The Souls of Black Folk, Chicago, A.C. McClurg & Co., 1903.

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