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se permite la copia ©<br />
Trazar los espacios de la deslocalización 301<br />
blanca, sería mucho mejor aceptada por los concejales del pueblo. La burra<br />
se negó a cambiar de color o a irse a otro sitio, y este hecho tuvo como consecuencia<br />
largos debates sobre si su color azul era inherente o intencionado.<br />
Al fi nal, la mayoría de los habitantes del pueblo se acostumbraron a su color<br />
azul y no volvieron a reparar en este asunto. Algunos incluso le traían alguna<br />
que otra vez «un ramo de fl ores azules que la burra ponía en un fl orero». Me<br />
gusta esta historia porque resalta la absurdidad y la arrogancia de aquellas<br />
personas que van por ahí diciéndoles a los demás lo que deberían ser para<br />
«encajar». Además, me encanta la resistencia de la burra azul a esta presión,<br />
precisamente porque se niega a formar parte de este juego. Nunca sugirió que<br />
pintaran el puente de azul para que pegara con su color, ni intentó justifi car el<br />
valor del azul en comparación con el del blanco. Si hubiera hecho alguna de<br />
estas cosas, ya hubiera sido cómplice de la lógica irracional basada en el color<br />
que dio lugar a la primera petición. En vez de seguir este juego de los colores,<br />
se limitó a insistir en que ella era únicamente diferente porque era una burra. 22<br />
La infl uencia del postmodernismo en las académicas feministas ha suscitado<br />
importantes contribuciones a los debates que existen en torno a las identidades<br />
y subjetividades multidimensionales. Hay un consenso acerca de que la<br />
noción de identidad como una característica estática y unitaria ya no es viable.<br />
En su lugar, se considera que las identidades son aspectos cambiantes, plurales<br />
y dinámicos de todas las relaciones sociales. No se trata únicamente de<br />
cómo nos observamos a nosotras mismas, sino de que también es un producto<br />
social negociado a través del tiempo y el espacio, construido dentro jerarquías<br />
de poder. 23 Las realidades de las mujeres abarcan un amplio rango de diversas<br />
identidades y subjetividades ―todas ellas entrelazadas, interconectadas<br />
e inseparables― a lo largo de líneas imaginarias cambiantes. Sin embargo, las<br />
teóricas feministas postcoloniales afi rman asimismo que la díada agencia /<br />
estructura a través de la cual se supone que se forjan y se negocian las identidades<br />
no da cuenta de forma sufi ciente de las relaciones de poder desiguales<br />
que existen no solo a nivel de agencia personal sino también en el ámbito de<br />
22 Como la historia está basada en el cuadro de Marc Chagall, The Blue Donkey, queda la duda de<br />
si la burra podría haberse identifi cado, cuando se le presionó, como rusa, judía o francesa.<br />
23 Véase, por ejemplo, Said, op. cit., 1978; Bhabha, Nation and Narration, Londres, Routledge, 1990<br />
[ed. cast.: Nación y narración, Buenos Aires, Siglo XXI, 2010]; Haraway, Simians, Cyborgs and Women:<br />
The Reinvention of Nature, Nueva York, Routledge, 1991 [ed. cast.: Ciencia, cyborgs y mujeres,<br />
Madrid, Cátedra. <strong>Feminismos</strong>, 1995]; Hall, «New Ethnicities», en Donald y Ratt ansi (eds.), «Race»,<br />
Culture and Diff erence, Londres, Sage, 1992; Allen, «Race, Ethnicity and Nacionality», en Afshar y<br />
Maynard (eds.), The dynamics of «race» and gender: some feminist interventions, Londres, Taylor and<br />
Francis, 1994; Bhavnani y Phoenix, Shift ing Identities, Shift ing Racisms, Londres, Sage, 1994.