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Introducción 39<br />
Primero, el discurso oculto es un producto social y, por lo tanto, resultado de las<br />
relaciones de poder entre subordinados. Segundo: como la cultura popular, el discurso<br />
oculto no existe en forma de pensamiento puro; existe sólo en la medida en<br />
que es practicado, articulado, manifestado y diseminado dentro de los espacios sociales<br />
marginales. Tercero: los espacios sociales en los que crece el discurso oculto<br />
son por sí mismos una conquista de la resistencia, que se gana y se defi ende en las<br />
fauces del poder. 19<br />
Lo que nos presenta Ángela Davis en este texto es uno de esos espacios sociales<br />
donde crecía el discurso oculto de las mujeres negras, aquel desde donde respondían,<br />
resistían a las construcciones ideológicas que desde el poder dibujaban<br />
su sexualidad como primitiva y exótica. Este espacio, que Patricia Hill Collins<br />
incluyó en una categoría más amplia, como espacio social cultural, es el de las<br />
cantantes negras de blues del primer tercio del siglo XX. Ángela Davis no es<br />
la primera ni la única entre las feministas negras que ha explorado este espacio.<br />
Las cantantes de blues han ejercido una fuerte fascinación en las feministas<br />
negras, sobre todo norteamericanas, ya desde los primeros textos literarios. 20<br />
Sin embargo, fue otra feminista de la diáspora negra, Hazel Carby, quien introdujo<br />
a las cantantes de blues de los primeros años veinte como las auténticas<br />
representantes de la cultura popular. Lo hizo en un texto en el que enfrentó las<br />
distintas visiones de la sexualidad de las mujeres negras que se refl ejaban en<br />
los escritos de las intelectuales y escritoras de la clase media negra y las que<br />
aparecían en las letras, las vidas y los movimientos de las cantantes de blues.<br />
En ellas aparecen las contradicciones desde donde se enfrentan a las imágenes<br />
estereotipadas que sobre las mujeres negras vierte el discurso hegemónico. Pero<br />
cada grupo lo afronta de una manera distinta. Mientras en los textos literarios<br />
se asumen las categorías del discurso hegemónico que defi nen la sexualidad<br />
femenina negra como primitiva y exótica y se buscan vías de redención en<br />
la negación del deseo y la represión de la sexualidad, 21 las mujeres del blues,<br />
como las grandes «Ma» Rainey o Bessie Smith, desafían el patriarcado con<br />
mayor libertad. Crean un «discurso» que articula una lucha cultural y política<br />
sobre las relaciones sexuales; una lucha que está directamente en contra de<br />
19 James C. Scott , Los dominados y el arte de la resistencia, Tafalla, Txalaparta, 2003, p. 175.<br />
20 Véase, entre otras, Toni Code Bambara, Gayl Jones, Sherley Anne Williams, Alice Walker, Mary<br />
Helen Washington, Toni Morrison, Alexis De Veaux y Jessica Hagedorn. En los años ochenta se<br />
inician las exploraciones feministas del blues con los trabajos de Rosseta Reitz, Sandra Leib y<br />
Daphne Duval Harrison.<br />
21 Hazel Carby analiza las obras de Zora Neale Hurston, Jessie Fauset y Nella Larsen.