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Feminismos-negros-1

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<strong>Feminismos</strong> <strong>negros</strong><br />

Las autoras, sin embargo, analizan sólo la naturalización del género e ignoran<br />

la especifi cidad señalada por la inclusión del adjetivo «oriental», como si no<br />

importara. El hecho de que se esté diferenciando la sexualidad de la mujer<br />

«oriental» no se comenta y así permanece implícita, más que explícita, como<br />

en la siguiente observación:<br />

Debemos analizar la supuesta docilidad, la sumisión y la consecuente idoneidad<br />

para el trabajo tedioso y monótono de las mujeres jóvenes del Tercer Mundo, en el<br />

contexto de la subordinación de las mujeres en tanto que género. 23<br />

Al concentrar el análisis únicamente en el género, Elson y Pearson no ven la<br />

relación entre la situación que están examinando en la periferia y la de las<br />

mujeres que han migrado hacia la metrópoli. Esta última descripción es parte<br />

de lo que hemos descrito como «sentido común racista», que se aplica a las<br />

mujeres asiáticas en Gran Bretaña para derivarlas a «trabajos tediosos, monótonos».<br />

Elson y Pearson cuestionan esta atribución de docilidad y pasividad<br />

y lo comparan con el análisis de Frantz Fanon sobre las personas colonizadas,<br />

pero no llegan a articular cómo las mujeres que son su objeto de estudio no<br />

sólo han sido oprimidas por la subordinación de género, sino también por la<br />

colonización. La sexualidad «oriental», mencionada en el folleto comercial, es<br />

una de las muchas construcciones de la habilidad exótico-sexual prometida<br />

a los turistas varones occidentales en el sureste de Asia. Esta «promesa del<br />

Este» responde a una ideología que conecta la práctica física de las mesas de<br />

montaje (haciendo microchips) a la cama, en la que las prostitutas sirven a<br />

los ejecutivos de las corporaciones multinacionales. Si bien esta transición es<br />

descrita por Elson y Pearson, no la entienden como un proceso que ilustra un<br />

ejemplo de poder patriarcal connotado por la cuestión racial.<br />

Si una mujer pierde su trabajo en una fábrica imbricada en el comercio mundial<br />

tras haber reestructurado su vida sobre la base de ciertos ingresos salariales, el único<br />

modo que tendrá de sobrevivir será vender su cuerpo. Hay informes de Corea<br />

del Sur, por ejemplo, que muestran cómo muchas de las antiguas trabajadoras de<br />

employement in Third World export manufacturing», Feminist Review, núm. 7, primavera de<br />

1981, p. 93. [La cursiva proviene del original]<br />

23 Ibídem, p. 4.<br />

se permite la copia ©

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