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Feminismos-negros-1

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Cuando habla el espejo 283<br />

normales, y la más pequeña de esas niñas ocupó mi lugar en la cuna del cuarto de<br />

la matrona. Tenían la piel mucho más oscura que yo, el pelo mucho más rizado, y la<br />

gente pensaba que eran mucho más auténticas que yo.<br />

La descripción de Ruby de las dos niñas nigerianas, enviadas al hogar de acogida<br />

porque sus padres están estudiando, es un buen ejemplo de las diferentes<br />

imágenes que refl eja el espejo cuando las personas métis(se) se describen a sí<br />

mismas frente a otras personas. Ruby se refería a sí misma como negra. Sin embargo,<br />

con el paso de los años, había interiorizado muchos de los estereotipos<br />

racistas sobre las personas negras. Por ejemplo, al describir a las niñas nigerianas,<br />

una de las cuales «usurpó» su lugar en el codiciado cuarto de la matrona<br />

jefe, señalaba su piel «más oscura» y su pelo «más rizado» como marcas de<br />

una mayor «autenticidad» frente a la suya propia. Dado que las dos niñas eran<br />

nigerianas, Ruby mezclaba las nociones de negritud y africanidad. Pensaba que<br />

eran más «auténticas» por estar más cerca de lo que dictan las nociones racistas<br />

y esencialistas sobre el aspecto que deben tener los <strong>negros</strong> / africanos. Por lo<br />

tanto, las percibía como más aceptables y adecuadas en un sentido condicional<br />

y objetivado. Al interiorizar escasas posibilidades para la negritud / africanidad,<br />

también se había anulado a sí misma. Por lo tanto, se empujó a sí misma al<br />

rincón de la marginalidad y la diferencia. Ruby continuaba:<br />

Así que no voy a decir que las odiara, pero ciertamente las miraba con recelo. Por<br />

supuesto, nosotras tres seguíamos siendo las únicas personas negras del lugar, y recuerdo<br />

que fue más o menos entonces cuando pensé que prefería ser blanca. Estaba<br />

harta de ser negra. No llegué a adquirir el trastorno de frotarme la piel en el baño<br />

con lejía o jabón, pero solía ir a mi cuarto por la noche y rezaba al Señor para que<br />

me hiciera blanca. Por la mañana, me miraba y veía que no lo era. Así que no sé, eso<br />

no duró mucho, pero puedo recordarlo, así que debe de haber durado un tiempo<br />

por aquel entonces.<br />

Cuando estas otras niñas llegaron y usurparon mi lugar, pasado un tiempo pensé:<br />

«Bueno, ya he tenido bastante de ser negra. Los niños blancos parecen pasarlo<br />

mucho mejor. A los <strong>negros</strong> siempre se nos señala». Pasé por ese corto periodo y entonces<br />

rápidamente me di cuenta de que mi piel era negra. No tenía sentido rezarle<br />

al maldito Señor para que la cambiara. Porque no se podía hacer nada, así es como<br />

era. Creo que ésa fue mi primera lección de conciencia racial. Desde entonces, en<br />

cierto modo, siempre acepté que era negra.

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