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Mujeres blancas, ¡escuchad! 213<br />
Es difícil argumentar que la actual estructura de los hogares familiares no es sino<br />
opresiva para las mujeres. Las feministas hemos visto la familia, coherente y razonadamente,<br />
como el lugar central de la opresión de las mujeres en la sociedad contemporánea.<br />
Las razones de tal afi rmación radican tanto en la estructura del hogar<br />
a nivel material, a causa de la cual, en gran medida, las mujeres son dependientes<br />
económicamente de los hombres, como en la ideología familiar, a través de la cual<br />
a las mujeres se las confi na a vivir preocupadas por cuestiones primarias, como lo<br />
son lo doméstico y la maternidad. Esta situación determina que se den las desventajas<br />
que experimentan las mujeres en el trabajo, y es la raíz de la explotación de la<br />
sexualidad femenina, endémica en nuestra sociedad. El concepto de «dependencia»<br />
quizás sea fruto de una interconexión entre la organización material del hogar y la<br />
ideología de la feminidad, es decir, ambas áreas son estructuradas por la asunción<br />
de que las mujeres dependen de los hombres. 8<br />
El interrogante inmediato para las feministas negras es si este marco puede<br />
ser aplicado en su totalidad para analizar nuestra herstory de opresión<br />
y lucha. No es que deseemos negar que la familia pueda ser una fuente de<br />
opresión para nosotras, sino que deseamos examinar, además, cómo la familia<br />
negra ha funcionado en su origen como fuente de resistencia a la opresión.<br />
Necesitamos reconocer que durante la esclavitud, en los periodos coloniales y<br />
bajo el actual Estado autoritario, la familia negra ha sido terreno de resistencia<br />
política y cultural contra el racismo. Además, no podemos separar fácilmente<br />
las dos formas de opresión, dado que la teoría y la práctica racistas son con<br />
frecuencia específi cas de cada género. Las ideologías de la sexualidad femenina<br />
negra no provienen originalmente de la familia negra. El modo en el que<br />
se construye el género de las mujeres negras difi ere de las construcciones de<br />
la feminidad blanca, puesto que también está sometido al racismo. Las feministas<br />
negras venimos explicándolo desde el siglo pasado, cuando Sojourner<br />
Truth señaló la forma en que se negaba la «feminidad» a las mujeres negras.<br />
Ese hombre de allí dice que las mujeres necesitamos ser ayudadas con carruajes,<br />
ser levantadas al pasar las zanjas, y que, en cualquier parte, debemos tener el mejor<br />
lugar. Nadie me ayuda nunca con los carruajes, ni me levantan al pasar las zanjas,<br />
o los charcos de barro, ¡ni me ceden el mejor lugar! ¿Acaso no soy yo una mujer?<br />
¡Mírame! ¡Mira mi brazo! He arado, plantado y recogido en los graneros, ¡y ningún<br />
hombre encabezó mi tarea! ¿Acaso no soy yo una mujer? Podía trabajar y comer tanto<br />
8 Michèle Barrett , Women’s Oppression Today, Londres, Verso, 1980, p. 214.