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Feminismos-negros-1

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Horrores sureños: la ley Lynch en todas sus fases 73<br />

linchamiento fue que no se los pudo encontrar. La causa de toda esta conmoción<br />

fue el siguiente editorial publicado en el Free Speech el sábado anterior, 21<br />

de mayo de 1892.<br />

Ocho <strong>negros</strong> linchados desde el último número del Free Speech: uno en Litt le Rock<br />

(Arkansas) el último sábado por la mañana cuando los ciudadanos asaltaron (¿?) la<br />

cárcel y se hicieron con su hombre; tres cerca de Anniston (Alabama); uno cerca de<br />

Nueva Orleans; y tres más en Clarksville (Georgia), estos tres últimos por el asesinato<br />

de un hombre blanco, y los otros cinco por el mismo asunto de siempre ―una<br />

nueva alarma sobre violaciones de mujeres blancas. Se llevó a cabo en todos ellos un<br />

programa idéntico de ahorcamientos y disparos a los cuerpos sin vida.<br />

Nadie en esta parte del país cree en el viejo cuento / pura mentira de que los<br />

<strong>negros</strong> violan a las mujeres blancas. Si los hombres blancos sureños no son cuidadosos,<br />

se extralimitarán y la opinión pública reaccionará; se llegará a una conclusión<br />

que perjudicará la reputación moral de sus mujeres.<br />

The Daily Commercial del siguiente miércoles 25 de mayo, contenía el siguiente<br />

editorial:<br />

Aquellos <strong>negros</strong> que están intentando hacer del linchamiento de individuos de<br />

su raza un medio para suscitar las peores pasiones de los de su especie, están<br />

jugando con un sentimiento peligroso. Los <strong>negros</strong> harían bien en entender que no<br />

hay piedad para con el negro violador y poca paciencia para con sus defensores.<br />

Un periódico negro impreso en esta ciudad, publicó en un número reciente el siguiente<br />

párrafo atroz: «Nadie en esta parte del país cree en el viejo cuento / pura<br />

mentira de que los <strong>negros</strong> violan a las mujeres blancas. Si los hombres blancos<br />

sureños no son cuidadosos, se extralimitarán y la opinión pública reaccionará; se<br />

llegará a una conclusión que perjudicará la reputación moral de sus mujeres». El<br />

hecho de que se le permita a un canalla negro vivir y lanzar tales calumnias odiosas<br />

y repulsivas constituye una evidencia considerable de la maravillosa paciencia<br />

de los blancos sureños. Pero ya nos hemos hartado. Hay determinadas cosas que<br />

el hombre blanco sureño no va a tolerar, y estas obscenas indicaciones han llevado<br />

al escritor al límite extremo de su paciencia pública. Esperamos haber sido sufi -<br />

cientemente claros.

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