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Mujeres blancas, ¡escuchad! 231<br />
Una huelga, por otro lado, «puede suponer negarse a cocinar, cuidar de los<br />
niños pequeños o tener relaciones sexuales con sus maridos». 39<br />
Los colonizadores británicos en Nigeria rechazaron todas las formas tradicionales<br />
de organización social, que tildaron de «anarquía organizada», e<br />
impusieron de inmediato un sistema de administración que ignoraba las estructuras<br />
políticas femeninas y negaba a las mujeres igbo cualquier forma de<br />
representación, de toma de decisiones o de gobierno en el poder instituido.<br />
Al provenir de los sistemas de sexo / género de Gran Bretaña, propios de<br />
los años veinte del siglo XX, dichos hombres coloniales no podían concebir el<br />
tipo de autonomía que reclamaban las mujeres igbo. Cuando éstas demandaron<br />
concurrir a las Cortes Nativas, ser designadas como Agentes de Distrito, y<br />
más allá, afi rmaron que «todos los hombres blancos deberían irse a su país»,<br />
los británicos, que creían que éstas actuaban bajo la infl uencia de «pasiones<br />
salvajes», se mofaron de ellas. Sus demandas fueron consideradas totalmente<br />
irracionales. La guerra hecha por las mujeres igbo contra los británicos fue una<br />
movilización coordinada y organizada dentro de sus tradiciones políticas. La<br />
imposición de las relaciones de clase y género que dieron lugar a la concentración<br />
del poder nacional, económico y político en manos de una pequeña<br />
élite rica no fue sino fruto del colonialismo. Hemos citado detenidamente este<br />
ejemplo de la herstory de las mujeres igbo, para poder así ilustrar cómo una<br />
aplicación incondicional de dosis liberales eurocéntricas puede distorsionar<br />
completamente la herstory y transformarla en history. El colonialismo no se<br />
limitó a la imposición de sistemas económicos, políticos y religiosos. Más sutilmente,<br />
aunque con la misma efi cacia, sedimentó normas racistas y sexistas<br />
en los sistemas de sexo / género tradicionales. Lejos de introducir relaciones<br />
sociales de sexo / género más «progresistas» o liberadoras, los poderes colonizadores<br />
como<br />
[…] las sociedades clasistas tienden a entender el trabajo de los hombres como algo<br />
social y el de las mujeres como algo doméstico. Esto crea las bases materiales y<br />
organizativas para afi rmar que las mujeres no son adultas y permite a las clases<br />
gobernantes defi nirlas como menores bajo la tutela de los hombres. 40<br />
39 Ibídem, p. 69.<br />
40 Karen Sacks, «Engels revisited: women, the organization of production, and private property»<br />
en Rayna R. Reiter (ed.), Toward an Anthropology of Women, Nueva York, Monthly Review<br />
Press, 1975.