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122 vi. conclusionescontinuidad de los estudios de las chicas que seembarazan. Ya sea por presión del establecimiento,de los padres o por la vergüenza de la afectada, locierto es que son pocas las adolescentes queterminan sus estudios estando embarazadas y,después del parto, la mayoría de las veces no hayretorno. En su ocurrencia influyen múltiplesfenómenos y es también un proceso vivido dediferentes maneras por las adolescentes.lEs necesario recalcar que América Latina es elcontinente más desigual del mundo. En este marco,en cada una de las barreras es necesario analizarlas diferencias que se producen entre las niñas –almenos– debido a su residencia (urbana/rural), sunivel de ingresos y su origen étnico o racial. Así,contemplando un enfoque de interseccionalidad, esposible advertir que son las niñas rurales de origenindígena las que sufren la mayor violación de susderechos económicos, sociales y culturales.La aprobación de medidas legislativas y deplanes de desarrollo que garanticen losderechos de las niñas y las adolescentesmujeres no se vincula con una adecuadacapacidad pública de implementaciónEn la última década se ha desarrollado en la regiónun fuerte impulso a la generación de reformaslegislativas, en consonancia con la aprobación yratificación de convenios internacionales en elmarco de los derechos de la infancia y de lasmujeres. Estas legislaciones han buscadotransformarse en instrumentos de gestión a travésde planes nacionales que deben orientar eldesarrollo de programas que garanticen, en lapráctica, esos derechos. No obstante, estainstrumentación no está emparentada con unaumento presupuestario, ni con la formación de losfuncionarios y funcionarias involucrados ni conpromoción de la coordinación intersectorial quepermita su implementación efectiva, lo que esparticularmente notorio en el ámbito de losprogramas de protección frente a la violencia degénero o de salud sexual y reproductiva paraadolescentes. En este sentido, una carencia visibleen las políticas públicas es la de seguimiento yrendición de cuentas, dimensión que permitiríaavanzar en la exigibilidad de los derechos por partede las niñas y las adolescentes como sujetos.Uno de los asuntos que más resalta respecto de lasposibilidades de éxito de la políticas públicas a favorde la educación de las niñas es precisamente sufragmentación en diferentes sectores sociales,escalas demasiado amplias para darles seguimientode manera acuciosa y sistemática y mecanismosestandarizados de implementación que noreconocen particularidades identitarias y locales. Delmismo modo, la falta de articulación de medidassimilares o que se implementan en un mismoespacio territorial toma protagonismo entre las y losentrevistados.En todos los países se observa la falta devinculación entre las políticas de equidad de géneroy aquellas dirigidas a promover la infancia. En estesentido, las políticas y mecanismos de promociónde las mujeres no incorporan las diferencias yespecificidades vinculadas al ciclo vital, centrándosefundamentalmente en las mujeres adultas, mientrasque las políticas e instancias dirigidas a garantizarlos derechos de la infancia no aplican un enfoquede género. Como resultado de ello, no se distinguenpolíticas específicas con enfoque de génerorelacionadas con la situación y problemática de lasniñas y adolescentes a nivel de país.El entorno de las niñas y adolescentes no seenfoca en desarrollar sus capacidadesPese a que las niñas y adolescentes expresanclaramente confianza en sus capacidades poralcanzar los proyectos de futuro que se proponen ycuentan con una serie de activos, su entorno–padres, madres, docentes, encargados deprogramas públicos y privados– tiende avisualizarlas como “vulnerables”, necesitadas de