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86 iii. barreras para la permanencia de las niñas en la educaciónun 92% de prácticas de violencia psicológica a travésde insultos, burlas, privación del recreo, afectación delas calificaciones y reclamos a madres y padres.Culturalmente, las formas de enseñanza siguenpensándose desde una perspectiva disciplinariadonde es necesario corregir y “hacer entender porlas buenas o por las malas a las y los estudianteslas normas que tienen las instituciones”:“Se asume acá que el castigo es parte de laeducación y eso es a nivel de país. Se consideraque es la mejor forma de educar. A mí me preocupamucho cuando decimos que es por los valores. ¿Dequé valores estamos hablando?, porque muchasveces la educación va acompañada de violencia. Elresponder a los padres y a lo que se dice puedetener consecuencias” (Plan, Guatemala).En ese sentido, se aprecia un conflicto para lapoblación indígena entre la educación no escolarizaday los valores de las culturas originarias con laeducación formal:“Es cierto que hay un quiebre. En la tradiciónindígena hay un respeto a los mayores, no solo alos ancianos, sino un respeto a los adultos, a lospapás, y eso sí, ya sea por inercia o por enseñanzadirecta de los papás, hay señales de ruptura, derebeldía de la juventud” (académico, Guatemala).Por otra parte, también es interesante reconocer lareproducción de estereotipos masculinos yfemeninos que se asocian a la disciplina tradicional.En efecto, es posible observar, especialmente anivel de la educación primaria, que se trata de unmundo “feminizado”, particularmente a nivel urbano,donde la gran mayoría de docentes son mujerescon una formación tradicional y, además, estresadaspor la doble jornada y las malas condicioneslaborales. Esta situación tiende a que premien loscomportamientos más típicamente dóciles que seles ha asignado a las niñas y mantengan loscastigos para disciplinar a los niños.“La escuela está en un importante grado de‘feminización’, en el sentido tradicional, donde lasmaestras esperan que los niños se comporten comolas niñas y a las niñas les va bien comportándosecomo niñas: ‘siéntate bien’, ‘no hables’, ‘no temuevas’, ‘quédate quieta’, ‘cierra las piernas’, ‘no teensucies’, ‘mantén el cuaderno limpio’, ‘manténprolijas todas tus cosas’. Con los varones, encambio, siempre se les está llamando la atención ycomo que hay una predisposición de las maestras adecir ‘a estos muchachos ya no los resisto, no losaguanto, no son como los de antes, no son prolijos,etc.’ Entonces, esta feminización de la escuela haceque los varones tengan menos patrones masculinoscon referencias positivas, porque ya tienen [comoejemplos] suficientes papás que pegan, elladronzuelo de la esquina, el que vende droga en elbarrio” (ONG, República Dominicana).El abuso sexual en la escuela es una realidadmás habitual que lo que se piensaLa violencia sexual en las escuelas es un ámbitodesconocido en cuanto a su magnitud y no existencifras oficiales y periódicas que permitan darcuenta de la emergencia del fenómeno y supermanencia o disminución en el tiempo. Noobstante, diversos estudios cualitativos dan cuentade su existencia y de la gravedad de lasconsecuencias, aunque su ocurrencia no presenteuna cantidad relevante. Así, en Bolivia, en elmarco del estudio sobre reglamentos escolares enla ciudad de El Alto 81 , se pudo encontrar, durantelos talleres con profesores, padres y estudiantes,que hay denuncias contra educadores que utilizanlas calificaciones para vengarse y abusansexualmente de las niñas.También en Perú el abuso sexual es un problemagrave en las escuelas rurales, incluso conconsecuencias de embarazos adolescentes. Esdifícil encontrar cifras, pero es un asunto conocido.81Plan Internacional & M. I. Alurralde, (2009).