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53respecta a los programas vinculados almejoramiento educativo y a la erradicación deltrabajo infantil, no fue posible –en el marco de esteestudio– identificar un enfoque de género en sudiseño ni en su implementación.Diversas evaluaciones que se han realizado alamparo de los programas de transferenciascondicionadas señalan que, además deincrementar considerablemente la tasa dematriculación –en particular a nivel secundario, conun incremento de la escolarización mayor en lasniñas que en los niños– han estado impactandopositivamente en las tasas de retención escolar ytransmisión desde el último grado de primaria alprimer año de secundaria, y afirman que “laretención habría aumentado 14,8 puntosporcentuales entre las niñas y 6,5 puntosporcentuales entre los niños, cifras que representanincrementos porcentuales de 20% y 10%,respectivamente, en relación con las tasas queprevalecían antes de la introducción del programa”(CEPAL, 2002).En algunos casos –como el de México– estosmejores rendimientos del programa“Oportunidades” respecto de las niñas refleja queel incentivo de las becas de mayor monto paraestas no solo busca revertir el patrón dedesigualdad de género sino que, a la larga, lologra. No obstante, existen miradas críticasrespecto de cómo se abordan las relaciones degénero en este tipo de programas, ya que el solohecho de entregar recursos sistemáticamente a lasmujeres no necesariamente las empodera en latoma de decisiones sobre el uso de los recursos alinterior de la familia y suele, más bien,sobrecargarlas con una responsabilidad de gestiónsocial de beneficios que antes ejercía directamenteel Estado.iii. barreras para la permanenciade las niñas en la educaciónbuena práctica: creación de incentivospara la educación en brasilEn 1995 se creó el primer programa piloto de becas para prevenir la deserción escolar por razonesde pobreza. La ayuda (o bolsa) garantizaba un salario mínimo mensual por familia,independientemente del tamaño de esta, a todas las familias con ingresos bajos. Todas lasfamilias del quintil inferior de la distribución de la renta que estaban empleadas o buscabanactivamente empleo tenían derecho a percibir esa ayuda, siempre y cuando sus hijos entre 7 y 14años de edad estuvieran matriculados en la escuela y acudiesen a clase con regularidad. Seagregaron al programa otros incentivos adicionales para reducir la deserción escolar o larepetición de cursos y se generaron alternativas para la recuperación de clases y así no perder elderecho a participar en el programa. Esta iniciativa de brasilia inspiró otros programas de ingresomínimo que se están llevando a cabo en el marco del Programa Nacional de Erradicación delTrabajo infantil (PETi) del brasil, y forma parte de las principales estrategias de los programas detransferencias condicionadas que se han estado desarrollando masivamente en la región en losúltimos años. El PETi incorpora la dimensión de género en su diseño e identifica en su evaluaciónáreas críticas que permitirán mejorar en el futuro la condición social de las mujeres al interior desus familias, especialmente de aquellas que reciben directamente los beneficios (Abarca yfaúndez, 2012: 67).