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84 iii. barreras para la permanencia de las niñas en la educaciónese que estabas conversando? Mi primo, le dije, eigual tomó un sanmartín y me dio fuerte. Ahora hacambiado un poquito, pero sigue agresivo con mimamá. Ella está siempre que le duele el cuerpo, lacabeza, todo…” (adolescente, Perú).Por otra parte, las relaciones de poder que ejercenlos hombres adultos con sus parejas se manifiestatambién en las generaciones jóvenes, como loilustran las cifras proporcionadas por CEPAL(2007) 77 del porcentaje de mujeres jóvenes (entre 15y 19 años) algunas vez unidas cuyas parejascontrolaban su tiempo y su libertad de movimiento yrestringían su desarrollo en la red social. Estasconductas de violencia psicológica llevan a lasmujeres al aislamiento, la desprotección, laincomunicación y la falta de desarrollo afectivo consus seres queridos y familiares, así como a ladesinformación y a la falta de participación en elespacio público. En este sentido, la violenciaemocional no solo afecta su salud mental y su redsocial, sino que la priva de oportunidades de unfuturo desarrollo personal, social y económico.También se observa que las jóvenes en relación depareja son más vulnerables a ese tipo de violenciaemocional que aquellas nunca unidas 78 . Este tipo deviolencia es más difícil de identificar, más sutil yopera en circunstancias de escasa experiencia paraenfrentar el miedo, denunciar la violencia o buscarayuda.La violencia sexual es ejercida, con frecuencia, porconocidos de las jóvenes; es decir, por sus parejas,padres, familiares u otros hombres de su entornosocial cercano, quienes abusan de la situación demiedo e indefensión en la que se encuentra lavíctima. Esta situación se acentúa por la falta deinformación respecto de los canales y mecanismosa seguir, la falta de redes sociales a las que acudir yla dependencia económica que muchas veces se77CEPAL (2007). ¡Ni una más! El derecho a vivir una vida libre deviolencia en América Latina y el Caribe, Santiago de Chile.78En Bolivia, este porcentaje alcanza al 27%; en Colombia, al 50%; enPerú, al 28%, y en República Dominicana, al 43%.tiene del agresor. En algunos países, losporcentajes de adolescentes de 15 a 19 añosvíctimas de violencia sexual por su pareja oscilanentre el 4,5% en Perú, el 5,3% en RepúblicaDominicana, el 7,5% en Colombia o el 11,1% enBolivia 79 .De hecho, esta realidad también fue mencionadapor las niñas entrevistadas, lo que muestra que lafalta de seguridad y protección en sus propiosentornos familiares forma parte de sus vivenciascercanas:“Las mujeres tenemos problemas cuando [lospadres] violan a su propia hija y tienen hijos con él.Yo supe de un caso [en el] que [el padre] violó a suhija y tuvo una hija con ella” (niña, RepúblicaDominicana).La cercanía familiar de los abusadores sexuales setransforma también en un gran problema para lasmadres, puesto que sienten que deben desconfiarde todos los cercanos y no dejar nunca de estarsupervisando a sus hijos, lo que limita compartir lastareas de crianza y también, por lo tanto, susposibilidades de realizar sus propios proyectos.“Hay que estar siempre viendo a sus hijos. Elriesgo es mayor a veces con los familiares quecon los desconocidos. A mí me pasó, mis abuelos,mis tíos, fueron malos conmigo, por eso yo lesdigo a las madres que cuiden a sus hijos” (madre,Perú).No obstante, a pesar de lo difícil de esta temática,las madres señalan que no tienen dificultades dehablar con los hijos sobre los riesgos y amenazasde abuso o violencia sexual. Sus problemas másbien se vinculan con que a veces son las hijas o loshijos los que no quieren hablar de estos asuntoscon ellas.79CEPAL (2007). ¡Ni una más! El derecho a vivir una vida libre deviolencia en América Latina y el Caribe, Santiago de Chile.