Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Los enseres de la cocina gruñeron estruendosamente otra vez, cuan
extraño, mis padres nunca escucharon los escandalosos ruidos.
Ignorando esa cuestión caminé sin preámbulo por el pasillo
repudiando las advertencias de mi mente. Y nada, absolutamente
nada se desarrollaba allí; como si todo hubiese sido maquinaciones
de mi mente. Abstracta, me di vuelta para ir de retorno a mi cama;
crucé el umbral, en el pasillo se rompió el candor, por primera vez
un miedo vagabundo se apoderó de mí, algo hostil llamó a mi
hombro; conocí la petrificación por el helaje del miedo, y batallé,
solo así reuní hazaña para volver el rostro, y bueno, lo que vi fue tan
crudo que trato de olvidarlo.
Todo el tiempo, de mañana a fin, me rodean esas apariciones de
fantasmas, demonios, se alimentan de mí, y lo defino como un
infierno en vida.
Soy… diferente, con un especie de don, si así se le puede nombrar, y
funciona de modo tal que luego de ver a una persona “ya muerta” mi
mente entra en visión, veo el sufrimiento, la angustia que padecieron
esas almas, a veces desde sus propios ojos; veo a detalle el momento
de sus muertes, cada detalle como si yo hubiese sido testigo allí;
sus… gritos desgarradores, aun retumban en mi oído como un eco.
Me han sumergido en el miedo, a los inicios del abismo, con
suficientes medios para enloquecer o… llevar al… suicidio, ¿cómo
he soportado? No lo sé.
Entré en visión, mis pies ardían bajo el suelo de piedra caliza que
estaba al rojo vivo, la temperatura de mi cuerpo tal vez estaba a
doscientos grados, probablemente más, el dolor que ese ardor me
producía era agonizante, nada puede comparársele, ni existe una
término para definirle. En mis reminiscencias brota el macabro
escándalo; y las olas de aire que cortaban la carne como cuchillos,
pero no había una herida como tal, solo la sensación, pero este dolor
era casi nulo delante del ardor. Aun me estremezco con las imágenes
de mi memoria.
Las almas condenadas caminaban por un infinito valle oscuro. En lo
más alto, pero iluminado por las llamas interminables que cubrían
todo, se formaban para pasar entre estos demonios, sus carcajadas