Enigma (Los Van Vladoisqui)

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adentrado en las instalaciones. Caminamos entre la exposición de
autos hasta que Bruce nos notó llegando, y vino hacia nosotros. La
orden después del saludo fue mantenernos al margen; ya sospechaba
que no había sido una buena idea desde el principio.
El tiempo transcurría con desánimo, las personas iban y venían,
frecuentaban la zona por algunos minutos y después se marchaban.
Me resultaba tan trivial la escena, pero no podía desmentirla, por
primera vez en mucho tiempo, escapaba lejos de las cuatro paredes
de mi habitación, sin que un ánima se presentara a la distancia; se
sentía como una zona segura.
El tal Justin ingresó al concesionario, supe que se trataba de él
porque Sarah inmediatamente dejó el escritorio y se apresuró a
atenderlos. Como lo había dicho, venía en compañía de su padre. Les
observé varios segundos, mientras pasaban por mi memoria
reminiscencias temerosas, de la nada germinaban y se estacionaba
varios minutos, hasta que consiguiera echarlas. En esta ocasión se
atenuaron en el momento que llegó Dux con dos sodas, se sentó a
mi lado y colocó una de las sodas delante de mí, sobre el escritorio, y
todo esto sin despegar los ojos de encima de su hermana.
Gracias
No es nada sus ojos permanecieron fijos mientras Justin y Sarah
sostenían una conversación.
¿Celos de hermano?
Me preocupa que mi papá la vea, la va a regañar respondió con
tono frío.
Pero no está haciendo nada malo
No lo conoces me dirigió la mirada.
Revisé que Bruce no anduviera cerca, nada de él confirmaba su
proximidad, probablemente no estuviese presente. Aunque
ciertamente era consiente a través de las lenguas ajenas acerca de la
estrictas represarías que tiene el tío Bruce contra sus hijos, pero aún
no las atestiguaba.
¿Cómo te terminó de ir con el asunto del ático? mencioné para
dejar ir la tensión.
Soltó un soplido de risa.