Enigma (Los Van Vladoisqui)

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frente y en mi espalda tiesa, pero el frío continuaba, mi madre salió
de la cocina tras escuchar mis pasos golpeando el piso.
- ¿Vas a algún lado? ¿Por qué tienes tanta prisa? - Preguntó mi
madre.
- Sí, voy donde Emma, tengo… tengo que irme de aquí - con
agitación.
- ¿Por qué tienes que irte de aquí? - Cuestionó.
- Porque tengo que ir donde Emma. Nos vemos luego - me dirigí
con apuro a la puerta.
- ¿Quieres que te lleve o te llame un taxi? -
En el taxi comencé a controlar la alteración en mi cuerpo, el terror
en mi rostro, el pavor que bombeaba mi corazón. Recosté mi cabeza
y cerré los ojos, empecé a dibujar un rostro que pudiera cubrir al de
aquel demonio, el rostro de Tom, pero también me angustiaba al
conocer su paradero.
“Tienes que venir a ayudarme”
El taxi me dejó frente a la casa de Emma, consideré unos segundos
la idea y opté por entrar. En el fondo era piloteada por la hipótesis
de que si me veía en aprietos Tom se sentiría obliga a aparecer a
salvarme como siempre lo ha hecho.
En la puerta me flageló un aviso fantasmal de baja percusión, deduje
que provenía del vecindario, estaba situado en una zona longeva en
construcciones en mayoritario. Hacia una semana que Emma se
hospedaba en su nueva casa, sus padres progresaron en un salto
económico, decidieron buscar una casa majestuosa, costosa y grande.
Era aquella.
- Caro… ¿Qué haces aquí? -
- Vine a ver como estabas, creí que tal vez necesitaras compañía -
- No, estoy bien - con tono agrio.
- Bien, entonces… si quieres estar sola lo entiendo - quise insistir,
pero me recordada a mí misma queriendo privacidad -. Cuídate
mucho, Emma - me despedí dándome la vuelta.
- ¡Espera! - Detuvo mi huida - Lo siento, no quiero estar en esta casa
sola. Pasa y hablemos en mi habitación ¿sí? - Accedió.
Al atravesar la puerta me encontré con una atmósfera abrumadora,
examiné el lugar con detalle, percibí impulsos queriéndome sacar de