Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Sentí cuando el peso de sus ojos se clavó en mí, preferí ignorar su
expresión por temor a que la malinterpretara, o más bien, notara la
verdad. Ya había dado el paso, solo me restaba caminar.
Sí, creo que es mejor así. Aunque sea algo tonto el final con tono
sereno y decaído.
Perdón, fuiste el más grandioso amigo que nadie podría tener. No
lo supe apreciar con las cuerdas vocales a punto de romperse y no
dar más.
Se supone debía amparar el carácter, fingir que no me importaba que
terminara así, como había sucedió primeramente con Emma; pero
no sé qué acaeció, me desmoroné a su lado.
Sí, gracias. Eh… tú también… creo que no fui justo contigo, me
refiero a que nos divertimos ¿no? Fue genial expuso con cortedad.
… Sí, fue genial… repliqué.
Una respiración onda y el apresamiento de mis ojos tras mis
parpados expusieron un escape de aflicción que no pude contener,
pero Jimmy solo se recargó contra el tronco y suspiró.
Eres mucho más que una chica rara y reservada, eres como el
rostro del bien. En tantos años, en tantos recuerdos y momentos
juntos, recogí muchas cosas buenas que tú me enseñaste. Gracias por
explicarme todo lo que no entendía, por ayudarme con mis tareas,
por corregir mis torpes comentarios y por haber impedido que me
metiera en problemas tantas veces. Lamento haber sido grosero y
sobre todo intenso con tantas pataletas y persistencia halagó con
suspiros como recordando una larga historia pasando a ser
nostálgica.
Luego un largo silencio conmovió el lugar. En cuanto Jimmy no me
observaba, apretaba mis ojos con rigidez batallando por no llorar.
Bueno, no me molestaba ya que Jimmy se diera cuenta de que me
dolió perder su amistad, el problema era que si me desahogaba con él
como nunca lo había hecho, descargaría el peso de los dos dolores;
ambos dolores tan perversos y atroces.
Pronto el silencio fue embargado por el campanazo de entrada a
clases.