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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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despertarme con crujidos al día siguiente. Un día luego ya no volvió;<br />

se perdió en las sombras de lo misterioso, jamás encontré una<br />

explicación para ello. Como si el cuervo me acompañara en el<br />

momento más crítico y duro de mi vida, comenzó el día en que mi<br />

abuelo falleció.<br />

Agitaba mis manos para quitarlos de mí alrededor, sentía sus<br />

piquetes sobre mi piel, volaban encima de mí mientras corría. El<br />

temor aplastó mi garganta y mis pulmones, quise gritar pero mi voz<br />

sonaba silenciosa, mis gritos eran solo un murmuro y nadie acudía a<br />

mi ayuda. Un punzante pico se incrustó en mi piel, la sangre<br />

inmediata respondió y se deslizó por mi brazo, luego ya no sentí más<br />

piquetes, pero no me detuve hasta estrellarme en el pecho de Raely.<br />

- ¡Ey, tranquila! ¿Qué pasa? - Con una risa.<br />

- … ¡Cuervos! - Con voz agitada.<br />

- ¿Cuervos? ¿En Portland? No, aquí no hay cuervos - con una<br />

carcajada.<br />

- Sí, había muchos. Estaban tras de… - miré mis manos, con<br />

sorpresa descubrí que ya no estaba la sangre que había visto, como si<br />

aquello hubiese sido una ilusión, pero no, sentí el dolor de los<br />

piquetes - olvídalo. Tal vez solo eran pájaros y los confundí con<br />

cuervos. Ya no importa - me excusé.<br />

- Eres muy rara ¿lo sabías? -<br />

- Me lo dicen todo el tiempo. ¿Qué haces aquí? - Con tono aun<br />

trémulo mientras distanciaba mi cercanía de su cuerpo.<br />

- Bueno… pensé que tal vez querrías hacer algo conmigo, ya que te<br />

he visto algo desocupada igual que yo. Tal vez un juego de mesa, una<br />

película, hacer tareas juntos o… salir conmigo por un helado o lo<br />

que quieras. Así que… ¿Qué dices? - Con una expresión tímida.<br />

Pensé que tal vez pasando tiempo con Raely me olvidaría de cada<br />

segundo que marca el reloj, de lo haragán en que transcurre el<br />

tiempo y así ya no sentirme dominada por la angustia.<br />

- No me tienen permitido salir, pero… estaba a punto de hacer mis<br />

deberes y después podríamos ver una película, aunque se trata de una<br />

película para una clase. El pianista, es sobre el Holocausto, pero es<br />

muy larga, además… -

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