Enigma (Los Van Vladoisqui)

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inquieta. Emma permaneció distanciada de todos, efectivamente
deseaba estar sola, gritaba a quien fuera que le preguntara acerca de
su comportamiento repentino, eso me hizo iniciar dudas de que se
alternara una discusión por Kevin. Por unos cortos minutos quebró
su aislamiento para un trabajo grupal que se dio en clase, pero se
arruinó cuando Cary forcejeó el tema del motivo desmoralizador de
Emma, solo consiguió una discusión entre las dos. Medité la idea de
que ocasionara lo mismo que ocurrió entre Emma y Cary.
Una firme lluvia incesante ahogaba el día, esperaba mirando por la
ventana a que ultimaran las reiteradas gotas de agua, parecía que
dominarían toda la tarde. Aguardé un poco, sino descampaba
planearía ir de todas formas, pero lo que me hizo salir corriendo a
casa de Emma fue otra razón.
- Atrás de ti… - susurró una macabra voz en mi oído.
Giré lentamente mi rostro hacia el sonido de la voz, pero estaba
completamente sola en mi habitación, la puerta cerrada tenía seguro
y abajo se encontraba solo mi madre. Un frío lánguido me cubrió la
espalda, apreté mis manos húmedas, salían de mi boca agitados
soplos de aliento helado por el cambio imprevisto en mi temperatura
corporal ante la voz. Devolví mis ojos a la ventana, rogué con
esmero a Dios de que saliera ilesa y sin miedo de la habitación.
- … Estoy detrás de ti… - soltó un aliento podrido en mi oído.
Volteé temblorosa hacia encima de mi hombro, tenía la fuerte ilusión
de que no fuera nada. Cuan doloroso es perder la ilusión que se
esmera con intensidad.
Fue espantoso, me carcomió el alma, fue miedo siniestro y agónico.
Su rostro desfigurado con quemaduras rojas sonreía, sus ojos
parecían hundidos entre las cuencas, todos sus rasgos eran
malformados. Una reacción instintiva me ordenó alejarme de él, corrí
a la puerta y forcé con insistencia la cerradura, mis movimientos
apresurados me atajaban. Estaba segura de que ese era el demonio
del cuadro, había revelado su entidad por fin, pero no hubiese
querido ver su rostro, no pude detallarlo bien, me parecía haberlo
visto ya antes, el solo recordarlo me pesaba como plomo. Llegué
fatigada corriendo a la sala, el sudor resbalaba por mi piel, en mi