Enigma (Los Van Vladoisqui)

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seguro. Quizá esa era la cosa a que ella se refirió, quizá esa cosa la
asesinó de a poquito, la fue matando desde mucho tiempo atrás.
A casa me acompañó Raely como siempre y entabló una plática que
sostuvo todo el camino.
Ese día se apagó conmigo contemplándolo recostada en el tronco de
un castaño. Y el día siguiente despertaron llorando las nubes.
Como fue planeado, la escuela acompañó en su pena a la familia
Laurens; primero, en una misa en la iglesia. Luego, la velarían en su
casa y eso me tenía temblando de pavor.
Algunos compañeros que compartieron momentos y clases con ella
le dedicaron palabras bonitas que hizo llorar a muchos y me hizo
retorcer el alma en una agobiante melancolía.
La tensión que se respiraba en el aire, las lágrimas mojaban las
miradas y la nostalgia quebraba las voces como a un cristal.
Jimmy examinó mi rostro en oportunas ocasiones y formaba la
simpleza de una sonrisa postrada. Con constancia se limpiaba los
parpados, bostezaba, giraba los ojos hacia el llanto de Sami, hacia
una expresión a las palabras mencionándose y volvía a mirar mi
rostro. Creo que ve a el mismo de siempre, tan apagado, tan
deprimente, tan decaído, sumergido en las sombras de mi cabello, la
vista tirada al suelo y perdida en la memoria, las mismas lágrimas que
retornaban a diario asomándose en mis ojos y los mismos labios
congelados que no se curvan ni exponen los dientes en una sonrisa.
¿Cómo te sientes? Susurró a mi oído.
Con algo de miedo con tono sutil y delicado.
¿Por qué miedo?
He visto lo que la casa de Emma tiene. No dudara en reaccionar
en cuanto entre, y el… cementerio en voz baja.
Pues inventemos una excusa para no tener que ir propuso.
Me siento culpable, no puedo abandonarla otra vez
No fue tu culpa, solo tratabas de cuidarla a ella y a mí. Fue una
intención noble inquirió.
Pero tengo que ir. Lo intentaré renegué.
En casa de Emma se sentía la oscura presencia vagar por la
atmosfera, se sentía su mirada adyacente encima de mí, aunque no se