Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Murciélagos, cientos de estos en el ático ahora su voz tenía cierto
tono divertido.
Le di a mi rostro una expresión de broma, y mantuve tras unos
labios tensionados la risa.
¿Crees que estoy tan obsesionado que ya desvarío? manteniendo
una sonrisa juguetona en sus labios.
Yo no he dicho eso seguí su juego de sonrisas.
Pero lo pensaste levantó su ceja . Además yo no soy el único
que le apasiona esto
Dicho lo segundo, cambié de gesto, sonó algo acusador, ¿y si de mi
secreto se trata? No sabría cómo manejarlo, ni aun delante de Dux,
aunque indivisamente él pudiera comprenderlo. Ahora la sobriedad
se pintaba en mi expresión.
Oh vamos, vi el historial de tu computadora. Todo lo paranormal
te inquieta también
¿Revisaste mi historial? ahora estaba algo molesta eso… está
muy mal, irrumpiste en mi privacidad
Caro, relájate con la suavidad en su tono , bueno, no es como si
hubiera encontrado algo comprometedor
No me importa, Dux, no tenías que… mi tono estaba realmente
alterado.
Solté un resoplido de malestar y me levanté con brusquedad de mi
asiento dejando a Dux, yendo lejos de él mientras sus ojos
embrollados me seguían a la distancia. Comprendía que el enojo no
debía ir a tal extremo, pero me retorcía que invadieran mi secreto,
que en el fondo no era secreto, pues ya lo había compartido y en
respuesta solo había recibido negación. Solo no quería que nadie se
entrometiera en mi espacio, en mi problema, en mi maldición.
Una vez que se apagó la tarde nos preparamos para retornar a la
casa, pero en forma de parada, pues cenaríamos afuera, quizá en un
restaurante del centro de la ciudad. Así pues, permanecí entre
bostezos con mi respaldo pagado al bordillo del capó de la
camioneta, y Sarah estaba a mi lado; llevaba un buen rato llenándose
la boca de elogios para Justin, no era un tema que disfrutara, aun así
mostré circunspección.