Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Me apresuré a dejar atrás el lugar e ingresar a la morada. Preví al
recinto, era espacioso, delante, unas escaleras que conducían a un
segundo nivel; a su izquierda la estancia principal, colmada de
estantería mundana, antigüedades colocadas por el espacio, junto a
pinturas y una que otra foto familiar, fotos que no incluían a la
esposa del tío Bruce; hacía ya casi un año que su esposa se había
suicidado en el baño de su anterior casa, por razones ajenas a lo
desconocido. Tenía solo treinta años y ni su familia misma entendió
el por qué lo hizo. Es un tema que no se toca en la familia
Thompson, casi como aquel caso del tío Samuel que al igual que
Cristine se arrancó la vida.
Caminé por la estancia; me paré en el centro de la iluminada sala, al
lugar lo llenaba una calidez que brotaba de la chimenea contra la
pared, los sofás formaban un semicírculo entorno a esta; había un
magnifico piano de cola situado al extremo derecho de la sala,
improbable no caminar hasta el objeto que me despierta admiración.
Thomas avanzó hasta una hamaca de estilo tropical ubicada al
extremo izquierdo del lugar, no casaba en el entorno, aun así yacía
allí como interés cimero, así Sarah y Michael le siguieron. Bruce
empezó a presentar el lugar abiertamente al mismo tiempo que Dux
se integraba en el espacio, sus miradas colisionaron por cortos
segundos, con tedio de por medio. Mencionaba donde reposaríamos,
pero pareció que nadie le mostró diligencia; Dux tiró las maletas
sobre el suelo, colocó unos audífonos en sus oídos y se tendió en el
sofá, los otros simplemente intercambiaban voces, de modo tal que a
Bruce solo le restó guardar su palabras y dejar el recinto.
Hubo un momento, mientras sutilmente repasaba con mi tacto las
teclas del piano, sentí que me observaban, un peso abismal sobre mis
espaldas, otra vez no lograba ver de dónde provenía, pero esta vez
no solo se sintió como una mirada, me resultaba más estremecedora;
cuan perturbada me ponía. Me apresuré asustada a sentarme cerca de
mi hermano en la hamaca y empecé a franquear con mis ojos el
lugar.
- Tu cabello es muy brillante - Mencionó de repente Sarah
arrancándome de mi distracción primitiva.