Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Giré mi rostro para verlo ignorando la presencia de Mark, bajo sus
cejas fruncidas había ternura en sus ojos. La emoción corría en la
sangre que bombeaba mi corazón por todo mi cuerpo, y erizaba mi
piel. Tom continuaba viendo hacia Mark quien interrumpió el
silencio navegando en el aire.
- ¿Qué rayos fue eso? ¿Lo viste? Algo golpeó el estante - con
exaltación en su tono-. Aquí asustan, vámonos de aquí - con tono
trémulo.
- Lárguese usted, o lo obligaré por las malas - le advirtió Tom aunque
no pudiese oírle.
- Mark vete, por favor - repliqué.
- No voy a dejarte aquí sola, ¿y si te pasa algo? nunca me lo
perdonaría -
- Escucha eso. Que descarado es este sujeto - replicó Tom riendo
irónicamente.
- Mejor vete Mark y déjame en paz - pedí.
- ¿Pero y… nuestra cita? - Aparentando tono ingenuo.
- Este sujeto es increíble - repuso Tom aun con tono irónico.
- Mark, no hay tal cita, acabas de echarla a perder - le recordé.
- Bien, estupendo, eres tú quien se la pierde, pero esto no se queda
así, vas a arrepentirte por rechazarme - amenazó.
Luego Mark corrió cuando Tom hizo temblar los estantes de otro
golpe.
Reintegré a mi expresión una sonrisa amplia que Tom concedió
igual, pero antes de ello suspiró hondo y aguardó en silencio a que su
rostro se alivianara, le tomó varios segundos deshacerse de la tensión
en su cuerpo y en su rasgos.
- Feliz cumpleaños…- felicitó.
- Creí que lo olvidarías -
- ¿Cómo podría? Como tampoco olvidaría darte un presente, por esa
razón deberás acompañarme a la mansión en la tarde ¿irías conmigo?
-
Debí al menos enojarme, solo un poco, por haber estado ausente
durante tanto tiempo, pero fue algo inútil ahora que lo tenía cerca de
mí otra vez.