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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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atenta a cualquier elevación de mi temperatura, pero tanto cuidado<br />

no duró mucho. En cuanto me sentí mejor salió de casa con Thomas<br />

para llevarlo a entrenamiento de soccer y entonces estuve otra vez<br />

sola.<br />

En la tarde Raely estuvo lanzando piedritas a mi ventana y tocando el<br />

timbre con frecuencia. Aunque me pareció que estaba seguro de que<br />

yo estaba en casa; después de un rato se cansó y se marchó. Era la<br />

segunda vez que lo plantaba ese día, puesto que también le había<br />

faltado a lo acordado de regresar a casa juntos.<br />

Me di cuenta de que podía controlar la exaltación teniendo personas<br />

cerca por más incómodo que eso fuera; así mi mente se mantenía<br />

ocupada. Podía ser trivial, podía fingir una sonrisa y simular estar<br />

solo enferma, pero una vez estando sola tenía que lidiar con mi<br />

verdad, y entonces bastaba con ello para recaer de nuevo.<br />

Por la ventana del estudio contemplé a un hombre con carteles en<br />

sus manos, tocaba de puerta en puerta sin recibir respuesta. Nadie<br />

parecía escucharlo llamar a la puerta de sus casas, luego seguía a la<br />

próxima que de igual manera ignoraban su llamado.<br />

Su presencia fría y hueca alteró mi cuerpo; no se trataba de alguien<br />

vivo, por aquella razón nadie lo escuchaba tocar sus puertas excepto<br />

yo cuando tocó en la mía. Hizo que corriera a mi habitación, me<br />

oculté bajo mis sabanas; mi respiración se había vuelto frenética y<br />

mis manos sudorosas, temblaba y así permanecí hasta que aquél<br />

hombre dejó la puerta.<br />

De repente las lágrimas se deslizaban con oposición por mi rostro,<br />

tenía otra vez el retrato de Tom en mi mente desgarrándome desde<br />

adentro. Y en un intento por romper el dolor con el desahogo, tomé<br />

mi almohada y cobijas y las arrojé contra una fotografía que quebré,<br />

una foto en la que era bebé y sonreía. Aunque no resultó eficiente y<br />

si hizo que soltara un grito quebrantado en el que no supe medir su<br />

apropiado volumen, un grito de debió retumbar en todas las casas<br />

vecinas.<br />

En ese arranque de dolor sentí que no podía más, sentí que debía<br />

renunciar a todo y darme por vencida. No pensaba con coherencia,<br />

no pensaba en otra cosa que no fuera en la llama quemándome.<br />

Estaba desequilibrada con la cabeza totalmente absorta por la

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