Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Se quedó en silencio por unos segundos, y formó una ligera sonrisa
que curvó sus labios. Entendió… entendió a lo me refería, así que
sujetó mis mejillas y con indecisión comenzó a acercar su rostro, sus
mejillas estaban sonrojadas y su expresión tímida.
Nada se le comparaba ni nada lo precedía, era extraordinario, tan
hermoso, sublime, este era un momento perfecto, inocente. Sus
livianas manos sujetaban mi rostro y su pecho cálido tan cerca de mí,
su calor dentro de su toque me abrigaba del frío; no lo cambiaría por
nada, la suavidad de su piel y de sus ropas. Mientras me besaba sentí
una lagrima deslizarse por mi mejilla, esta vez era de alegría, no
imaginé que fuese posible, llorar de éxtasis; es que todo eran tan
mágico, tan maravilloso, y tan… efímero que se escapó de nosotros,
su tacto comenzó a desvanecerse, haciéndose frío e inerte y nuestros
labios se hacían indiferentes, pronto solo se sentía el chocar de
nuestros alientos por la corta distancia que los separaba.
Nos quedamos sin palabras por algunos segundos mientras su
mirada y la mía se sostenían fijas y nos reflejábamos en ellas.
- ¿Te duelen tus heridas? - Formando nuevamente una expresión
preocupada.
Sentía un nudo en mi garganta, me cortaba las palabras y me dejaba
muda.
- … No - contesté con dificultad.
- ¿Entonces… por qué lloras? - Susurró.
- Porque quería que durara más, que no desvaneciera nunca - con un
hilo de voz.
Sus labios se curvaron y de entre ellos se escapó una tenue risa.
- Ya sabemos que es posible, solo hay hallar la llave que lo
desencadena - susurró sin borrar la expresión de ternura -. Caroline,
te estaré inmensamente agradecido por la inolvidable marca que
acabas de palpar en mí - declaró - No importa que o quien se
interponga, nada podría separarme de tu lado - agregó.
Entonces, todo se vino abajo. Sonó una voz que no reconocí, que
jamás había oído, pero que desataba el pavor.
- Es curioso que menciones eso, después de lo acordado -
interrumpió la nueva voz.