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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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lo había visto y su mamá a su lado. Mi padre se levantó con rapidez<br />

del sofá y avanzó hacia mí.<br />

- ¿Tienes idea de la hora que es? No contestabas y estábamos muy<br />

preocupados ¿quieres decirme dónde estabas? - Con voz alta y tono<br />

malhumorado.<br />

- Estaba por ahí, solo… ¿todo está bien?… ¿sucede algo? - Con tono<br />

incrédulo.<br />

Su rostro se alivianó, giró el rostro hacia mi madre quien le hizo un<br />

gesto que no entendí, suspiró y luego comenzó a hablar, a esclarecer<br />

todo.<br />

- Tu abuela sufrió un infarto y no hubo nadie cerca que la asistiera,<br />

cuando la joven del servicio fue a verla… su corazón ya se había<br />

detenido - con voz quebrada.<br />

- ¿Qué dices? ¡No! ¡La abuela no puede estar muerta! ¡Dime que no<br />

es cierto! - Negué con tono alterado.<br />

- Lo lamento - su voz se rompió.<br />

<strong>Los</strong> ojos comenzaron a arder, y otro ardor bajaba por mi garganta y<br />

me hacía temblar los labios, me desgarraba el alma. Maldita muerte<br />

que se lleva lo más amado, me ahogaba en odio, y me provocaba<br />

repugnante asco al forjarse el recuerdo de su aroma, repudio, no<br />

podía retener la ira que me generaba y que me hacía rechinar los<br />

dientes de un violento apretón.<br />

La muerte de mi abuela… en el tres de mayo, fue la razón y el<br />

principio por el cual ese día comenzaron las desgracias.<br />

Escapé sin detenerme, corriendo a mi habitación, en donde las<br />

lágrimas caerían sin cesar, donde derrocharía mi ira sola y no me<br />

quedara de otra que reprimirla como a mis miedos.<br />

Me senté en mi cama últimamente trasladada cerca de la ventana y<br />

miré por ella, en aquella ventana antes divisaba al abuelo y a la abuela<br />

llegar en auto y estacionarlo frente a la casa, con el tiempo quedó<br />

solo el vacío.<br />

No quería llorar porque si lo permitía ya luego no podría parar,<br />

apretaba con mi mano mi boca para que no liberara el llanto y mis<br />

ojos los oprimía para que no soltaran lágrimas. Recordé las últimas<br />

palabras que escuché de sus labios; ella se esperaba el fin de su vida,<br />

lo veía venir, por eso se había despedido, pero yo ignoré sus

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