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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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58<br />

- Nada. Solo... se me nublo todo, sentí que caía -<br />

No lo convencí. Se levantó y extendió su mano para ayudarme a<br />

levantar. Creo que de momento le bastó, pero estaba casi segura que<br />

no se daría por vencido.<br />

La niebla no se despeja y los secretos se esconden a la distancia, pero<br />

como es tan propio de la niebla; que la verdad no es revelada si no<br />

me acerco a ella.<br />

Durante siete días restantes todo fue erial, de extremo sosiego, y la<br />

calma no se comporta de forma alentadora, con suspicacia la veo<br />

avanzar. Esos siete días dediqué inútilmente a hallar la verdad, una<br />

verdad sin un origen, sin un punto del cual partir, o no, quizá erraba,<br />

quizá él la sabía. No había contestado cuando le pedí volver, lo que<br />

hacía poco probable que retornara. Sentía que era momento de<br />

descartar la opción y aguardar el regreso a Portland. O, tal vez mi<br />

cordura se estaba balanceando entre lo real y lo irreal, ¿y si él nunca<br />

estuvo allí? ¿Y si me mente trastornada provocó aquel escenario para<br />

darme lo que más deseaba? Una esperanza. Ya no sabía qué creer.<br />

Un día más, era por la tarde y me hallaba en el concesionario como<br />

cualquier otro día. Veía a las personas ir y venir, como un vaivén<br />

hormigante de personas. El tío Bruce se hallaba irritado, unas horas<br />

antes había acontecido una cruda discusión entre él y Dux, lo que<br />

concluyó con Dux distanciándose del concesionario y paseándose<br />

por la calles de Portland aun cuando su padre intentó obstaculizarlo.<br />

Era uno de esos días en los que se respiraba tensión.<br />

- ¿Caro? ¿Sabes llegar a la casa? - Preguntó mi tío aun con rastros de<br />

severidad en su tono.<br />

- Sí... - mientras rompía mi distracción y le dedicaba la mirada.<br />

- Necesito un portafolio que está en mi estudio sobre el escritorio -<br />

mientras sacaba de su bolsillo unas llaves y las llevaba al frente para<br />

entregármelas.<br />

- Desde luego ¬-<br />

Abandoné el lugar, tracé con mis pasos la habitual ruta que optamos.<br />

Había mucha nieve cubriendo los andenes, era preciso dedicarle<br />

cautela a la marcha. Dux apareció en mi camino, curvó sus labios<br />

cuando me captó a la distancia, y agilizó la marcha hasta encontrarse<br />

delante de mi rostro.

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