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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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93<br />

Recuerdos gratos cruzaron por mi mente al admirar la casa, ya era<br />

costumbre. Cuando era pequeña, el abuelo y yo en primavera<br />

jugábamos en el jardín y entre los castaños del frente, que decoran la<br />

casa, y que ahora se mostraban apagados a causa del invierno. Percibí<br />

el desenfrenado e irresistible aroma de las galletas de chocolate de la<br />

abuela que tanto me gustan. Entendí que mi madre le había<br />

informado a la abuela de mi visita y me había arruinado la sorpresa.<br />

La abuela estaba muy abandonada, Thomas no tenía la atención<br />

gentil de visitarla, mi padre le veía cada mes debido a sus urgentes<br />

asuntos de trabajo, y a mi madre le era difícil descuidar la casa y sus<br />

deberes de hogar; en todo caso, solo yo le brindaba atención.<br />

En aquel camino en roca pavimentada, estaban tan visibles como<br />

siempre las palmas de mis manos y las del abuelo marcadas, debido a<br />

que un día mientras estuvo el cemento fresco las marcamos ¿Por qué<br />

jamás le conté al abuelo acerca de las apariciones? A su lado siempre<br />

supe actuar con naturalidad y quizás ni siquiera sospechó.<br />

- Hola, abuela - seguido la abrasé con firmeza.<br />

- Pequeña, Caroline. Hacia tanto que no te veía - invitándome con su<br />

mano y un gesto gentil a pasar.<br />

- Perdóname, abuelita. Estaba de vacaciones con el tío Bruce.<br />

Pasé a la sala como ella me lo indicaba con su mano.<br />

- ¿Y qué tal estuvieron? - Sonriendo.<br />

- Estupendas.<br />

- Te preparé las galletas que a ti y a tu padre tanto les gusta… por<br />

cierto ¿y tu padre? - Ofreciéndome las galletas.<br />

La abuela comenzó a relatar ajenas historias pasadas, también<br />

relataba sucesos de su vida, algunas veces me las repite sin saber,<br />

pero prefiero no decirle nada y volverlas a escuchar; ha de ser por los<br />

ochenta siete años que tiene.<br />

Su piel estaba doblada en un millar de notables arrugas, como si el<br />

número de su edad se reflejara en la cantidad de arrugas marcadas en<br />

su rostro; estaba muy delgada y lucia acabada, las enfermedades<br />

habían comenzado a aparecer.<br />

Mi cuerpo se tensionó y se desconectó de la historia de la abuela, me<br />

invadieron los nervios hasta que recordé que ella no podía verlo.

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