Enigma (Los Van Vladoisqui)

214
Tenía un firme anhelo de salir exitosa con mi decisión, las suplicas de
Tom estuvieron a punto de hacer que me retirara, pero me mantuve
obstinada por alguna extraña razón. Tom parecía devastado, tal vez
estaba asustado, pero confiaba en él más que él mismo, y me
bordeaba la ilusión de que estaríamos bien. Me explicó como
devolver al demonio a las flamas perpetuas; estaba demolido, salían
restos con cada palabra que pronunciaba.
“Estarás bien…”
El día guardaba la luz y en las montañas se veía el atardecer, sin
mencionar la tenue oscuridad entre las nubes que avisaba acerca de
una lluvia.
En mi casa reposaba la serenidad, unos de los primeros indicios que
alertan sobre una contienda marchando a mi encuentro. Tom
caminaba delante en mi protección, anticipando cualquier
movimiento a nuestro entorno, pero eran solo falsas alarmas, pues
por ahora las cosas trascurrían bien.
- ¿Quieres siquiera reconsiderarlo por unos minutos? - Preguntó con
desánimo.
- No cambiaré de parecer, lo siento -
Suspiró y sus ojos parecieron ponerse húmedos. Nunca hubiese
cometido ese error si Tom me hubiera contado a lo que le temía, tal
vez habría ingeniado otra forma de ayudar a Emma, pero si hubiese
sabido, por nada en el mundo lo hubiese expuesto a él. Estaba
equivocándome sin meditarlo, la culpa me atropellaría por ello.
- No lo olvides. Lo retendré unos minutos dentro de la pintura,
busca la tumba que este marcada con sangre, o signos extraños, con
cualquier seña que puedas considerar anormal y haz lo que te
expliqué. No le des tiempo - me recordó.
Cuando abrí mi boca para pronunciar unas palabras Tom me miró
con malestar y se desvaneció hasta hacerse un polvo que se mezcló
con los oleos, disuelto en la imagen. Tom se había perfeccionado en
la técnica de lo inusual o lo paranormal, el tiempo le había dado el
poder, podría escapar de la red.
Cumplí con la primera parte, agarré la pintura, corrí al garaje y usé el
auto de mamá de nuevo, pronto tendría que asumir las