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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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no se da cuenta de lo confundida que me deja. Le respondí que sí de<br />

forma involuntaria.<br />

Levantó con delicadeza su mano derecha y la acercó a mi brazo, con<br />

ternura puso su dedo índice sobre una gota de agua que yacía sobre<br />

mi piel, había llegado allí cuando mojé mi rostro en el fregadero. Una<br />

simple gota de agua que se interponía entre su tacto y el mío, no<br />

entendía cómo podía deslizarla por mi brazo sin que se desvaneciera<br />

en el camino. Se sentía como una caricia. Deslizaba con dulzura y<br />

suavidad la gota por mi brazo, hasta llevarla a mi palma, la paseó en<br />

círculos. Jamás había tenido un contacto tan cercano con un<br />

fantasma, no entendía que me ocurría.<br />

Mi sangre hervía entre mis venas y mi corazón latía hiperactivo; mis<br />

ojos se cerraron y se dejaron llevar por su toque. Luego la llevó a<br />

donde la encontró y pasó muchos segundos para que alzara sus ojos<br />

a mi rostro. Cuando lo hizo, su rostro una vez más estaba serio y<br />

apagado e hizo un intento de sonrisa no muy convincente. Después<br />

los dos permanecimos en silencio.<br />

Poco a poco las intensas luces en la ciudad se fueron apagando, los<br />

diminutos ruidos que deambulaban se atenuaban. Mirábamos los<br />

copos de nieve pasar por la pared de cristal de la sala hasta caer al<br />

suelo. Él estaba con medio cuerpo tras de mí, sentía su aliento frío<br />

deslizarse por mi cabello, al llegar a mi oído se escuchaba como un<br />

susurro casi imperceptible, no podía sentir su piel, pero podía<br />

percibir el aire de su aliento helado.<br />

- Esa noche en la que morí nevó constantemente - pronunció de<br />

repente.<br />

Dirigí mi vista hacia él; me sorprendió que al fin fuera a contarme<br />

acerca de él.<br />

- Estaba en mi habitación escribiendo sobre un papel. Recuerdo a mi<br />

padre entrando a mi habitación, con un vaso de leche que dejó para<br />

mí en mi escritorio... - suspiró con aflicción, dirigió su mirada al<br />

cristal y prosiguió - no recuerdo que fue lo último que le dije, ni que<br />

ocurrió al día siguiente. No sé qué causó mi muerte. Eso me ha<br />

llevado a pensar que... debieron de arrebatarme la vida. Aquella<br />

noche fue mi último recuerdo, en cuanto el tiempo transcurre más y<br />

más nublosos se hace ese recuerdo y todos los demás. Temo que un

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