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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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37<br />

Presencia anónima<br />

Un ruido frío y cortante que me era difícil reconocer, aun así me<br />

resultaba familiar, una lucha o pelea cerca, pero casi muda, se<br />

presentaba agudo, como si hubieran golpeado algo contra la pared o<br />

un puñetazo contra un objeto macizo; seguido de voces susurrantes<br />

en la inercia noche. Pasé saliva, se sintió como tragar puntillas, y<br />

respiré hondo, allí estaba otra vez aquel valor espontáneo<br />

acompañado por curiosidad de conocer la procedencia del ruido, de<br />

mi limite. Ese no era mi comportamiento habitual, algo extraño<br />

sucedía conmigo, de repente me desconocía por completo. Ya era<br />

hora de que estuviera bajo las sabanas rezando porque cesara.<br />

De nuevo otro ruido, más bien un grito desentonado y de dolor que<br />

hizo contraer mis músculos. Le temía más a las ansias en mí que me<br />

arrastraban al comedor que de lo que atestiguaría; era como si yo<br />

fuese un fragmento de metal y a unos metros hubiese un gran imán<br />

que me llamara con insistencia. Respiré hondo una vez más y<br />

emprendí pasos en dirección al lugar; mi mente me hacía<br />

advertencias, pero parecía inevitable.<br />

Dos presencias completamente diferentes volaban en la atmósfera,<br />

fue lo que percibí mientras caminaba con recelo por el pasaje; a mi<br />

lateral derecho, colgaban unas pinturas abstractas, adyacente a esta,<br />

cristales suplantando a las paredes de ladrillo comunes. Una de las<br />

presencias era liviana, pacífica, más exactamente... pura. Esta no me<br />

hostigaba de manera alguna; pero, la otra era sublevada e intimidante,<br />

percibí maldad y rencor, totalmente hostil. Esta segunda me puso los<br />

pelos de punta.<br />

Estaba solo a unos pasos de la escena, y al doblar la esquina daría<br />

con el comedor, mis ojos vaciarían su curiosidad y tal cual fue. En<br />

escena, era escabroso distinguir quien emana pureza y quien maldad,<br />

solo se distinguía dos figuras complexas moviéndose bruscamente en<br />

la habitación. Debí olvidarme de respirar, y poco a poco la presión<br />

en mi pecho se volvió brutal. Dios... nada semejante había cruzado<br />

por mis ojos.<br />

Uno de ellos sujetó fieramente al adversario, lo estrelló contra la<br />

pared, el estruendo fue abrupto. Contiguamente lo arrastró hacia una

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