Enigma (Los Van Vladoisqui)

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¿Mike…? Primeramente vacilante.
¿Sí? Contestó sin perderle la atención a la televisión.
¿Alguna vez te han asustado? Pronuncié casi entre dientes.
Entonces su rostro abandonó la pantalla y centró sus ojos esta vez
en mí, de inmediato sus cejas y fracciones se fruncieron en una
expresión de miedo.
Sí, muchas veces su tono, metamórficamente, asumió un hilo
vibrante.
¿Qué ves? Mi voz se hizo un susurro.
Personas que murieron. Les gusta asustar, les causa risa. Pero otras
veces he visto cosas que no son personas… son horribles, esas me
hacen llorar murmuró y sus ojos se humedecieron ante el recuerdo.
¿Se lo dijiste a alguien? –
… A mi papá, pero no me creyó, nadie me cree… piensan que
miento o que las imagino porque soy pequeño Fijó sus ojos en los
míos ¿tú me crees?
Te creo pero tarde en darle esa respuesta, contiguamente extendí
mi mano hasta él para tomar la suya.
Hubo un potencial silencio entre nuestras miradas colisionadas,
instantes después el aire se hizo helado y sofocante, pude notarlo en
mi aliento; un escalofrió recorrió mi cuerpo, de cabeza a pies,
haciendo erizar mi piel. Tenía el presentimiento de que se encontraba
cerca una presencia fantasmal intimidante. Examiné el lugar a mi
alrededor, vi como las cortinas de la ventana se elevaban, una brisa
helada entraba por allí tranquilizando mis temores; se trataba de
aquello, deduje que el motivo de mi reacción fue por aquella brisa.
Aunque, de pronto, Michael clavó sus ojos fijamente en los míos,
esta vez llorosos y atemorizados, se le dificultaba respirar y su aliento
se volvía humo en su boca, sus palmas se volvieron húmedas y
apretaban ferozmente mi mano. Confirmé todas mis sospechas
cuando con sus ojos llorosos comenzó a hablar.
Hay… uno aquí tarareó, en este momento está mirándome su
voz se hacía fragmentos. Aterrado, cortó unos centímetros entre su
cuerpo y el mío.