Enigma (Los Van Vladoisqui)

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valiosa alma por su aporte a las puertas abiertas, y al mismo tiempo
protegida por los cielos, merito ganado por su fidelidad y devoción.
¿Que viva o que muera? ¿Qué iré a decidir? - indagó.
Mi cuerpo se estremeció y todos mis músculos se tensionaron.
- Aunque tarde o temprano su miserable vida la conduzca a mí, creo
que será más temprano que tarde. Veo en sus pensamientos como
anhela la muerte, aunque traté de negárselo a sí misma. Tú la estas
condenando, Tom - dijo con tono inexpresivo sin dejar de verme.
Muchas de sus palabras me hacían cuestionar un millón de preguntas
que me costaban entender. El leyó mi pensamiento más profundo y
oculto, me había tratado de engañar convenciéndome de que lo
había olvidado. Había contemplado esa posibilidad para un final con
Tom, juntos en la eternidad, pero para no condenarme tenía que
desistir de ella. Cuando dijo aquello Tom mostró una expresión
decepcionada, culpable y amarga, escuchar eso le dolió tanto o más
que el dolor poco antes experimentado, lo pude ver en sus ojos, en la
forma en la que me miró.
- No obstante, dejarla marchase ilesa seria desacreditarme y quitarme
respeto y autoridad, dando a exponerse hechos contrarios que lleven
a desobedecer mis leyes. Justamente lo que ocurrió contigo, Tom -
amenazó.
- Por favor. Se lo ruego, permita que se vaya. No la lastime, seré yo
quien responda por mi culpabilidad. Por favor… - suplicó con
esfuerzo.
- ¿Serías capaz de resistir tan tenaz y cruel tortura por salvar su alma?
-
- Solo deje que se vaya -
Me ardía el pecho, y me rasgaba por dentro saber que sufriría por mi
culpa. Intenté contradecirlo, pero entonces sonó su maligna voz de
nuevo.
- De acuerdo, pero que se marche pronto antes de que pueda
cambiar de decisión -
El miedo era como un pantano de arenas movedizas que me tenían
sumergida hasta el cuello, escapar de ellas parecía una posibilidad
lejana. Las palabras de Tom ponían al evidente un tortuoso castigo
que se le perpetraría, me apegaba al dolor que sentiría para despertar