Enigma (Los Van Vladoisqui)

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del pavor y romper las cadenas que me privaban, para tratar de
impedirlo.
- ¡No! si va lastimar a Tom entonces también tendrá que hacerlo
conmigo. No dejaré que le haga daño, no se lo permitiré - con voz
débil.
- Caro, no termines de empeorar las cosas. Solo vete - ordenó Tom.
- Tienes agallas, Caroline. Pero tu oferta ya no me interesa -
- No es una oferta, se lo estoy advirtiendo -
El campo maligno y perverso que traía con su presencia creció en
fuerza e hizo que el aire se agitara, sacudiendo los árboles y el pasto,
la niebla se apartaba de su entorno y los truenos impactaban
consecutivos en el cielo, y entre la niebla se disipaban almas del
purgatorio que habían acudido a ver, todas muy bien formadas según
pudieron captar mis ojos.
Su mirada infundía enojo, absolutamente atestado en ira; comprendí
que fue por mí. Había reaccionado de impulso sin medir ni escoger
mis palabras, admito que mi valentía se desvaneció sin el más
mínimo esfuerzo.
- ¡Insolente mortal! ¡Abusas de tus privilegios! - Con voz enfurecida y
colérica.
- Discúlpela, por favor. Se equivocó con sus palabras - objetó Tom.
Él no apartaba su mirada de mí.
- Ser un Ante Portam no es un privilegio, es mi maldición - renegué
con tono apacible.
- Una maldición de la que sacas provecho… - su voz se fue
serenando - pero no voy a darte importancia, claro, hasta que
cumplas treinta - agregó con amenaza.
En el aire se creó un hoyo de luz cegadora, un hoyo de gran tamaño
que consumía a las almas, sus rostros y figuras se desvanecían como
el humo y arrastrándolas hasta perderse en la luz. Temí que Tom
corriera con la misma suerte y la muerte lo alejara de mí, es frustrante
volver a caer y dejarme atrapar por el peor de mis temores. Perdería
a Tom.
- Estaré bien. En cuanto pueda… iré a verte, espérame, desconozco
mi demora - dijo aun custodiado por los espectros.