Enigma (Los Van Vladoisqui)

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soledad que me envolvía, mi mente no estaba clara y por allí pasaron
todos los recuerdos que había perdido, como si ahora estuviesen
enterrados en una tumba, en la misma tumba que me aguardaba.
Mis pies bajaron apresurados a la cocina y tomé los frascos tóxicos
vertiéndolos sobre un vaso con un tanto de agua. Las lágrimas no
cedían, los recuerdos se tornaban más violentos y de la nada el valor
estaba en mis manos sosteniendo el vaso.
Miré mi reflejo en el vidrio y la figura que mostraba este. Era solo
una niña que no le aconteció ser feliz, que su destino la privó de
vivir; vi sus ojos miel sumergidos en tristeza, el brillo de las lágrimas
en su rostro se resaltaba en el vidrio. Y mis labios saborearon el
amargo sabor del contenido en el vaso que sostenía con firmeza
sobre mis manos.