Enigma (Los Van Vladoisqui)

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lograba arrancar de mi cabeza imágenes pasadas. Escarbé en los
confines, tratando de hallar algo diferente a los escenarios de miedo,
frustrantemente encerraba todas mis historias.
La radio tenía un defecto, según explicó Richard, de la nada
sincronizaba estaciones perdiendo así la que se tenía establecida, así
tal cual ocurrió, llegó hasta una estación de música clásica. Hubo un
momento en que encontré familiaridad con esa música, había
escuchado clásica un par de veces antes, en clase de música, sinfonías
de Beethoven, Mozart y Rubinstein, pero aun así no era esa la
familiaridad que me resultaba; era un Déjà vu nublado, lejano.
El auto se aproximó a ingresar, un portón de rejas se abrió a la
mitad, permitiendo el pasó. Al frente, una gran casa de facha
aristocrática, dos niveles, más altos de lo común, inmensos
ventanales, balcones, variedad de luces que contradecían la oscuridad
del día, y el jardín deslucido por el invierno en frente que
complementaba la vista. El auto transitó unos cortos metros por un
camino de piedra, hasta la cochera.
Llegar, fue para Dux simple tedio y fue el último en abandonar el
auto, al ritmo, vi a los hermanos de Dux acercándose corriendo, a la
cabeza de la carrera iba Sarah, ella usaba ropa muy abrigada, un Jean
claro, una chaqueta blanca, bufanda oscura y botas oscuras. No la
veía hacía tres años, ahora era más grande, pero su cabello aún era
largo, castaño y muy rizado, y lucía libre igual que siempre; tiene un
rostro semicircular que hace que sus mejillas se inflen cuando sonríe.
Tras ella, Michael, ahora tenía cinco años, el cambio en él era más
drástico, pues había crecido, no era para nada como lo recordaba; su
cabello y ojos negros brillaban con el sol mientras corría, su piel
estaba bronceada al contrario de Sarah, lucia delgado, usaba un
overol azul con suéter rojo. Y Bruce, él salió por la puerta, al mismo
tiempo Dux tensó su expresión, la hizo más severa con su padre
aproximándose. No había muchos cambios en Bruce, continuaba
engrosando su robusto aspecto, aunque la canas habían prosperado.
Sarah enredó sus manos entorno a Dux, después Michael, él
correspondió a la muestra de cariño. Luego de que ella liberara a
Dux se encaminó a nuestra dirección, de Thomas y de mí.