Enigma (Los Van Vladoisqui)

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Cumpleaños
Es trágico ver pasar los años y no ver ningún cambio, ver que todo
continúa igual o empeorando quizás a cuando comenzó hace once
años. Desde que tengo razón todo en mí se basa en miedo. El
tiempo son solo años que marchitan, y mi alma ya estaba marchita
como las flores en otoño, pero el tiempo no es tiempo si se vive
sumergida en sufrimiento, si no se goza el júbilo y la dicha del vivir,
admito que conocer a Tom disminuyó el padecimiento, me devolvió
una inmensa parte de mi sonrisa, que solo él provoca, pero nuestros
sentimientos era tan absurdos e imposibles como el necio intento del
fuego por encender sobre el agua. A veces procuraba con delicadeza
imaginar nuestro futuro, pero no existía un futuro para nosotros.
El seis de marzo marcó el calendario. En la mañana como de
costumbre el canto de los pajaritos moderaba mi sueño, lo que le dio
fin por completo fue otro canto que surgió en mi habitación, el canto
de las voces de mi padre, mi madre, mi hermano y Emma.
- … Feliz cumpleaños, Caroline. Feliz cumpleaños para ti… -
cantaron en torno a un pastel de chocolate que sostenía mi madre.
- Feliz cumpleaños princesa, que cumplas muchísimos más y que
Dios te bendiga por siempre. Este es mi primer regalo, después viene
el otro - me felicito mi papá con un beso en la mejilla y me entregó
un regalo de envoltura roja.
- Gracias papá - sonreí.
- Aquí está el de tu madre - me lo entregó por ella porque tenía las
manos ocupadas.
- Feliz dieciséis, cariño. El que cumplas tus dieciséis no borra que
aun seas mi bebé - dijo mi madre con ternura.
- Mamá, por favor - en son de vergüenza.
- ¡Abre el mío! ¡Abre el mío! - Insistió Thomas de forma hiperactiva.
- Feliz cumpleaños Caro. ¿Lista para la fiesta? - Interfirió Emma.
- No habrá tal fiesta, mi abuela acaba de fallecer y no me da ánimos
festejar nada - objeté.
- Cariño, hoy no es un cumpleaños cualquiera, cumples dieciséis… -
- Pero mamá, no está mi abuelita, tampoco quiero irrespetar su
memoria - interrumpí.