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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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Como un jardín con esperanzas en cada una de sus rosas, con sus<br />

sueños plantados en la tierra, como el gozo de felicidad que surge en<br />

primavera, hoy ese jardín ha quedado desierto.<br />

Con dificultad caminé hacia las escaleras apáticas y desoladas con un<br />

peso como el plomo que yacía en mi pecho. Caí rendida. Con mis<br />

manos hice un esfuerzo en vano por cubrir el escalofrío que<br />

fustigaba mi cuerpo. Me sentí sin alientos, sin ánimos, con el cuerpo<br />

roto. Luego fue como si se posaran en mi ojos agotados por el llanto<br />

cien horas perdidas de sueño, mi vista se hizo borrosa y bajo un gris<br />

oscuro de la noche iluminado por una tenue luna me refugié en lo<br />

inconsciente del sueño.<br />

Allí me veía sentada junto a Tom recostado sobre la yerba extendida<br />

hacia cientos de kilómetros hasta encontrarse con las montañas<br />

vistas en miniaturas por la distancia. Me vi sonriente concentrada en<br />

el momento que en su mirada se ató al iris de mi ámbar con el suyo<br />

de color azul como el cielo que atestiguaba sobre nuestras cabezas.<br />

A veces un sueño es tan poderoso que se confunde con la realidad, el<br />

sueño había sido todo menos doloroso.<br />

El zumbido de una voz se coló entre la vista, entre las montañas, la<br />

yerba, entre sus ojos. No me dio tiempo de resistirme contra el<br />

sonido suave que consentía las palabras con ternura. Era la voz de mi<br />

madre y con su mano la resbalaba por mi cabello y con sus labios<br />

depósito un beso en mi frente.<br />

Caro, cariño. Te quedaste dormida en las escaleras con tono<br />

suave.<br />

Había olvidado la última vez que mi madre me había hablado así.<br />

Con tanta dulzura, con delicadeza y con compasión en sus<br />

profundos ojos de verde esmeralda. Esa voz se había quedado en un<br />

recuerdo opaco de cuando mamá me leía un cuento en la noche y me<br />

arrullaba con el tarareo de una melodía, abrigaba mis temores con la<br />

manta y al final, cuando mis ojos fatigados se cerraban pactaba su<br />

promesa de amor con aquel mismo beso en la frente y me susurraba<br />

asegurando que soñaría con ángeles.<br />

La noche caía sobre la luminosidad y dos manchas entraban por la<br />

puerta. Mi padre cargaba a Thomas dormido en sus brazos, lo<br />

arrullaba con un siseo y le consentía la cabeza recostada sobre su

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