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Enigma (Los Van Vladoisqui)

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas. Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

¿Qué existe más allá de la línea de la vida? Caroline lo sabe, aunque deseara con fervor desconocer el mundo tras la muerte. Se consume en su maldición mientras sus gritos ahogados se van con el viento. Nadie la auxilia, pero conocerá a Tom, y en él encontrará unos brazos cálidos que la resguardan. Pero pronto surgirá un nuevo ardor: pues nacerá en ella un sentimiento prohibido, imposible, que la hala al más allá, en donde yacen sus pesadillas.
Esta historia se introduce en lo desconocido, se basa en un nudo de misterios y se desarrolla lo imposible.

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incrustadas en mi pecho. Aquella idea solo me devastaba, pero tenía<br />

que alejar también a Jimmy de mí.<br />

El éxtasis acelerado viajaba en mi pensamiento con decisiones<br />

frenéticas; era demasiado necia y estúpida. Y es que los días<br />

transcurrían sin ningún cambio, despertaba con la melodía del<br />

silencio que yacía a mi compañía, que sepultaba las esperanzas. ¿Y si<br />

todo acabara así? ¿Y si solo se quedara en mi recuerdo? ¿De qué<br />

serviría conservar el alma cuando me arrebataron el corazón?<br />

En la hora de la cena rondaban los quejidos del cuchillo y el plato, en<br />

esas mi padre por tercera vez preguntó por su pintura desaparecida<br />

del estudio, estaba muy enojado por eso, por suerte nunca se<br />

enteraron que aquel día también había sacado el auto. Sus ojos me<br />

atacaron al cuestionar, pues tantas veces le supliqué que se deshiciera<br />

de ella.<br />

- ¿Sabes dónde está mi cuadro, Caroline? - Preguntó de nuevo<br />

retóricamente.<br />

- No tengo idea, papá - con tono escrupuloso.<br />

- ¿Segura? - Replicó.<br />

- Estoy segura. No lo sé - repliqué.<br />

- No sé qué voy a hacer contigo, Caroline, ¡y con tus malditas<br />

mentiras! Fantasmas, espíritus, y esas saliditas que nadie aquí sabe a<br />

dónde son, no eres más que una mentirosa - con tono alto y agriado.<br />

Ahí estaban otra vez sus acusaciones, en parte tenía razón, en la otra<br />

estaba equivocado, y demostrarle que sus palabras no me hirieron era<br />

como decirle otra mentira. No valía cuanto me esforzara porque se<br />

deplorara orgulloso, ni cuan excelentes fuera mis calificaciones, ni<br />

cuan modesta y de manera obediente aplacara sus órdenes; no valía,<br />

en sus ojos al mirarme bajo unas disimuladas cejas fruncidas vería<br />

penumbra.<br />

Mi madre y Thomas contemplaban con recelo, incapaces de insertar<br />

palabras.<br />

- ¡Detesto aún más que te quedes callada! ¡¿No vas a contestarme<br />

nada?! - Alzando más su voz a gritos.<br />

- ¿Puedo retirarme? - Con tono dolido.<br />

- Adelante, ve a tu habitación porque además estas castigada. En<br />

adelante no tienes permiso de salir a ningún lado… -

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