Enigma (Los Van Vladoisqui)

224
Yo sentí su miedo y su pavor cundo me miró, no había tenido la
oportunidad de descubrir a lo que le temía, y a lo que le temía era a
él, a aquella figura corrupta y tirano que se lleva la vida.
El excepcional azul cielo que lucen sus ojos se marcaban en una
lágrima que luchaba por detener, yo tampoco pude resistirlo y mis
labios temblaban al imaginarme como lo torturarían.
- Tom, no te vayas. Quédate conmigo - le supliqué.
La luz se llevaba su cuerpo. Él permanecía inmóvil mientras era
halado por el hoyo, no apartó su mirada de mí. No sé porque
imaginé que anhelaba decirme algo más, que no podía al tener a
Azrael cerca, que no se atrevía a retar otra vez su autoridad, pero él
quería huir y yo no dejaría que lo apartasen de mí.
- ¡Tom! - Grité mientras corría hacia él.
Él estiró su mano hacia mí, me esmeré por alcanzarla, pero solo
alcancé a rozarla y la luz se lo llevó lejos de mí.
Contemplé la desastrosa escena con una lágrima colgando en mi
mejilla, observé a la muerte aún parada lejos y con sus ojos
escondidos en dirección hacia mí; extendió una sonrisa lúgubre y ese
fue el primer indicio de un constante encuentro. Desplegó de su
espalda dos enormes alas forradas en pluma negra y se elevó volando
hacia la luna.